
En una ciudad como Sevilla donde las iglesias han dejado de reproducirse para dejar paso a la proliferación de templos gastronómicos, era de esperar que se sumasen a la oferta nuevos modelos de consumo dispuestos a sorprender al comensal. Y en el ilustre arte de aferrarse a las barras Sevilla también tiene mucho que decir.
De las clásicas con solera sobre las que se anotan las comandas a aquellas donde la cocina se ejecuta frente al cliente. La práctica de comer sobre estas pistas de aterrizaje entusiasmará a quienes disfrutan comiendo y observando.
Nos alejamos de la mesa para aproximarnos a la efervescente experiencia del chef, próximos a los fogones, a la puesta a punto en directo o desde el pase, 14 barras imprescindibles para comer en Sevilla:
1. Barra Baja
Una cocina abierta o una barra donde se transluce cada bocado podrían convertirse en una sucesión de torpezas y en Barra Baja, no obstante, impera la frescura y la precisión.
Barra Baja no es uno de los restaurantes predilectos de una servidora porque sí. Rafa Liñán y Patricia Moliner pueden no ser profetas de nada y aun así marcan un camino que seguiríamos a pies juntillas.
Esta dupla infalible emanan la honestidad y humildad propias de quienes quizá saben que lo están haciendo de maravilla pero sin otra pretensión que dar un buen servicio.
El cuatro manos de Sevilla es un espectáculo. La cocina frente al comensal (si acertadamente escoges la barra) es un continuo enarbolar de pinzas, soplete y pequeños cazos repletos de salsas. La danza es hipnótica; sabe todavía mejor.
¿Es tu primera vez? Que no se te escape la ostra a la brasa con mantequilla de Jerez, el puerro asado con vinagreta de yema, miel y portobellos o su brutal steak tartar.
📍 c/ Javier Lasso de la Vega, 14
2. Barrita brava de Sr. Cangrejo
Sr. Cangrejo es un fenómeno muy serio en Sevilla, especialmente diseñado para estómagos disfrutones.
Pericia, proximidad y todo un festín de sabores y maridajes que encabezan Jesús León y Fátima Villanueva ante un engranaje infalible en el servicio.
En este recogido espacio de El Arenal se respira dinamismo y buen hacer y, si bien cualquier localización augura un triunfazo gastronómico, encajarse en su barrita brava es el destino ideal.
El Cangrejo es especial. Excelentes tapas que se salen, con mucho, de lo común; buenas piezas de pescado que ejecutarán con maestría e innovación en cada visita.
¿Primera ocasión del lector o lectora? Aunque su carta se transforma, no renuncien al boquerón y berenjena, a cualquiera de sus pescados y a los postres.
Hay que confiar, hay que aferrarse; el 21 de calle Harinas escapa a toda definición pero siempre sale bien.
📍 c/ Harinas, 21
3. La casa del tigre
Cómo sería habitar La casa del tigre lo desconocemos. Disfrutar de su comida, empero, es una actividad vibrante, de todo menos anodina. Más de cinco años lleva este restaurante prestando un servicio singular y delicioso en pleno centro, del que es responsable el chef Lucho Plaza.
Un espacio que entraña historias asombrosas y cuyo protagonista, el tigre, permea cada rincón del local. Puedes afincarte en su sala de aire barroco o en su barra ovalada; disfrutar de su carta o concederte su recién incorporado menú degustación (uno de los pocos en la ciudad por debajo de los 40 €).
📍 c / Amparo, 9 (local b)
4. Cañabota
Quienes se deleiten con el buen marisco y el buen pescado saben que no hay lugar en Sevilla donde lo traten con más primor que en Cañabota.
Y no hay que ser un lince para intuir que disfrutar de la experiencia en su barra es casi un festival visual. Piezas que se exhiben esplendorosas y anticipan un ágape memorable. No sorprende que, tras años sin novedades en las afamadas guías gastronómicas, Cañabota lograse su primera estrella Michelin en el año 2019.
📍 c/ José Gestoso con c/ Orfila, 19
5. La barra de Cañanota
Si lo prefiere el comensal, su homólogo más asequible, la barra de Cañabota, también hace honor a su nombre y dispensa una larga pista para ceder a las viandas del mar.
📍 c/ Orfila, 5
6. Barra castizo
El chef Cristóbal Rosales es el artífice de conducir la cocina de Castizo, un restaurante costumbrista y concurrido con una propuesta de tapas desenfadadas y con un ticket medio comedido.
Ensaladilla con sardina ahumada, su popular tiramisú salado de setas con espuma de parmesano y huevo de corral, croquetas, frituras, platos castizos y cuchareo integran esta carta para todos los apetitos.
El espacio, costumbrista y cercano, cuenta con una de las barras más divertidas del centro de Sevilla, frente a una cocina que funciona, en silencio, a todo gas.
📍 c/ Zaragoza, 6
7. Casa Paco el buen comer
A escasos pasos de la concurrida Luis Montoto, los centros comerciales, el cine y el ocio de este dinámico barrio, Casa Paco es todavía un reducto de solera, de esa Sevilla que puede lucir, en ocasiones, casi un pueblo.
Este bastión gastronómico de Nervión ofrece tres conceptos frente a frente: el comedor, una sucinta terraza con un puñado de mesas altas o su icónica barra, de esas en la que merece apiñarse, solicitar sus clásicos y atender a sus seductores fueras de carta.
📍 c/ Luis Huidobro, 23
8. Becerrita
Desde las postrimerías de la década de los ochenta, Becerrita lleva animando la tradición gastronómica sevillana en Recaredo, a medio camino entre Puerta Carmona y Puerta Osario.
Las estancias de este restaurante son diversas. Cuenta con un sucinto salón de tapeo, íntimos comedores para 2, 3 y 5 personas y salas capaces de albergar grandes banquetes a puerta cerrada. Con todo, la barra de Becerrita es popular y en ella también desfilan sus clásicos.
Esenciales son la ensaladilla —una faena que aquí bordan—, las croquetas de rabo de toro, el majestuoso «Señor Marqués» y también el Wellington.
📍 c/ Recaredo, 9
9. Bodeguita Romero
Barras en el centro de Sevilla existen como redobles en Semana Santa y, con todo y eso, son pocas las clásicas capaces de conservar solera, calidad y precios ajustados al vecino o vecina.
Bodeguita Romero, so pena de otras opiniones, mantiene ese malaje, esa cordura. Ese desfilar de tapillas seductoras ante la mirada anhelante de quienes se aposentan junto al Carrefour a aguardar su lugar en barra o terraza.
Uno de los esquinazos más populares de la hispalense es ideal para regresar a unas pavías de bacalao, un mantecaíto al whisky o un montadito de pringá. Impagable.
📍 c/ Harinas, 10
10. Las Golondrinas
Difícil hacerse un hueco especialmente durante el fin de semana y pese a la espera Las golondrinas sigue siendo un motivo de celebración. Hay que poner rumbo a Triana para encajarse en uno de sus dos locales (el primero de ellos atesora más 60 años de historia) y entregarse a sus tapas.
Son las suyas algunas de las barras más codiciadas de Sevilla, donde se pergeñan bocados tan sonados como sus champiñones rellenos de alioli.
📍 c/ Pagés del Corro, 76 | c/ Antillano Campos, 26
11. Kinu
KINU, embajada de la gastronomía japonesa en Sevilla, es también uno de los restaurantes más bonitos de la ciudad. De esos que, si bien parecen ocultarse, se revelan como una experiencia insólita.
Ofrece un jugoso menú degustación o su sensacional barra omakase, donde el comensal se pone en manos del Itamae.
Un escenario delicado que se presta a lo ceremonial, a paladear con todos los sentidos.
📍 c/ Miguel Mañara, 11
12. Chiquilla
Chiquilla emerge en El Arenal como un soplo de aire fresco y aunque sus mesas bajas y su terraza se antojan seductoras, no hay nada como el dinamismo de una barra.
Cocina de mercado de esas que saben otorgarle valor añadido a un buen producto. Sirven platos clásicos, también propuestas un poco más sofisticadas, mucho mar, guisos y suculentas opciones fuera de carta.
📍 c/ Pastor y Landero, 21
13. La barra de Inchausti
Bautizar un restaurante con barra da buena cuenta de lo que el comensal se encontrará. En este caso, una de las barras más populares de Sevilla en cuanto a pescado se refiere.
Pero hay más: una sala desenfadada y también un salón más refinado para procurarse buenas piezas de marisco, guisos y producto del mar.
📍 c/ Tomás de Ibarra, 10
14. Ricca
¿Quién dijo que la experiencia omakase se prodigaban a la gastronomía japonesa en exclusiva? Ricca, a través de su atractiva barra ofrece al cliente un menú que cambia cada temporada en torno a las pizzas.
Producto italiano, sabor y espectáculo de la mano del maestro pizzaiolo en una de las comidas más divertidas de la hispalense.
📍 c/ Dos de mayo, 26