Las guías están repletas de grandes monumentos, avenidas concurridas e imprescindibles artísticos, urbanos y naturales de cada destino. Amén de la tradición viajera, no deben dejarse atrás muchas de estas recomendaciones pero, si bien es cierto, los anteriores a menudo soslayaron rincones insólitos. Esos que acostumbran a ser los más sorprendentes. Este artículo no es más que una compilación de lugares que no parece que estén en Sevilla.
Estos mismos, por una u otra razón, consiguen trasladarnos a países remotos, ciudades europeas, películas clásicas, series de televisión, fantasías literarias o recreaciones publicitarias de un vistazo.
1. Cisterna romana
El hecho de que la ciudad tenga pasadizos subterráneos, aunque razonablemente asombroso, es lógico si te detienes a pensar que hay toda una antigua urbe sepultada bajo la Sevilla de nuestros tiempos. Basta con ver el templo romano de la calle Mármoles o el antiquarium de las Setas para percatarnos de cómo es este desnivel.
Aunque no hay prácticamente ningún túnel al que pueda acceder el público, tenemos constancia de algunos como la cisterna romana bajo la Plaza de la Pescadería. Esta estructura hidráulica de unos 4 metros de profundidad y a tan solo 60 centímetros del suelo salió a la luz en 2006.
El Ayuntamiento la cubrió con una estructura acristalada de la que difícilmente se puede distinguir el interior. Este aljibe o cisterna, datado del siglo II, facilitaba la distribución del agua. El interior solo ha permitido visitas en alguna edición de la Noche en Blanco de Sevilla.
2. Cementerio de los Curros
La Expo del 92 se convirtió en una auténtica efemérides para la ciudad hispalense. 215 hectáreas de modernidad y vanguardia que acogieron a 15,5 millones de visitantes. En concreto, contó con un presupuesto de 1104 millones de euros para sacarle brillo a la ciudad en un evento que cambiaría para siempre la imagen que desde fuera se tenía de Sevilla. Y de Andalucía.
El protagonista de aquel momento, Curro, sobrevive en Romano Antigüedades, en Alcalá de Guadaíra, junto a otros elementos que conformaron la Exposición Universal. Más de cien Curros se encuentran hacinados en el popular «Cementerio de los Curros», todavía sonriendo y saludando a quienes se pasan a recordar a esta carismática figura.
En concreto, son parte de los balancines para niños instalados a lo largo de la Cartuja y que, por entonces, tuvieron bastante éxito. Funcionaban insertando una moneda de cien pesetas y tanto el asiento donde iba subido el niño como el propio Curro se mecían a la par. Por su singularidad, es uno de esos lugares que no parece que esté en Sevilla pero tampoco en ningún otro lugar del mundo.
3. Centro de Cerámica de Triana
El Centro de Cerámica de Triana inició sus andaduras como centro de recepción, interpretación y estructuración de la visita al barrio de Triana en 2014. Desde entonces, ha querido poner en relevancia la tradición alfarera del popular barrio sevillano así como su valor espacial, etnológico y antropológico.
Todos los elementos que constituyen el centro están mostrados en su contexto original. Así, los hornos están restaurados y se conservan los recorridos y las relaciones de las distintas profesiones que convivían en este espacio. Dos plantas componen este enclave, que cuenta con exposición permanente, visita de los restos, centro de documentación especializado así como un lugar para la interpretación y guía de los itinerarios turísticos del barrio.
Su ubicación tampoco es fruto del azar. El CCT se encuentra situado sobre el conjunto alfarero que funcionó como sede de la histórica empresa Cerámica Santa Ana-Rodríguez Díaz S.L.
4. Réplica del cohete Ariane 4
Por sorprendente que pueda parecer, esta réplica se hizo con la maqueta que Airanespace utilizó para fabricar la que más tarde enviaría al espacio el satélite Hispasat. Para soportar su peso, que asciende a más de 30 toneladas, se construyó una base de hormigón de 700.000 kilos, razón por la que la colosal estructura todavía permanece en las inmediaciones de la Isla de la Cartuja.
5. Casas de la judería
En el corazón del barrio judío hay una especie de ciudad conformada por varias casas palacio. El hotel en cuestión cuenta con unas 134 habitaciones y todas ellas cuentan con lujos como muebles de la época, duchas de hidromasaje y spa. Por no hablar de objetos históricos que puedes ver por el laberinto de casas como ánforas, antiguas murallas, estatuas y fuentes de estilo árabe.
Por si fuera poco, aún nos sorprende más el hecho de que estas casas estén interconectadas a través de un túnel subterráneo en el que se encuentran vestigios romanos e incluso se conserva una muralla de la época a la entrada de los pasadizos.
También cuentan con un spa propio, las Termas de Híspalis, decorados con mosaicos de la época romana, y con el restaurante Emporión.
6. Hamán almohade del bar Giralda
A tan solo unos pocos metros de la catedral, en la icónica Mateos Gago quedó oculta durante años una joya indiscutible de la hispalense. En concreto, ocurrió con la remodelación que realizó el arquitecto regionalista Vicente Traver a inicios del siglo XX para convertir el edificio en un hotel; el hamán almohade del siglo XII quedó oculto, preservado y protegido hasta este momento.
Pinturas murales únicas en España y Portugal cubren todo el espacio en un lugar que algunos consideraban «un pastiche neomudéjar» , en palabras de Fran Díaz, el arquitecto encargado de la reforma. Sevilla suma otro atractivo más a su patrimonio con este hallazgo sin parangón.
Los restauradores han constatado que se conserva casi toda la decoración original debido, en gran medida, al excelente mortero de cal con el que está pintado.
7. Fundación Tres Culturas
El Pabellón de Marruecos de la Exposición Universal de 1992 sirve como sede de la Fundación Tres Culturas. Esta se constituyó en 1999 como un referente para la tolerancia y el progreso y cuyo objetivo es promover el diálogo y la paz entre las culturas y los pueblos del Mediterráneo. El edificio fue cedido por el Reino de Marruecos y se trata de una muestra del mejor arte marroquí.
8. Palacio de la condesa de Lebrija
Aunque no sea uno de los monumentos más visitados por los turistas, es una joya renacentista que tenemos que visitar al menos una vez en la vida. Uno de la grandes tesoros del palacio es el mosaico romano que apareció en los terrenos de la condesa y que se conserva en el patio central del edificio. En el mosaico en cuestión, el medallón central representa al Dios Pan con la flauta, dedicando a Galatea, su gran amor, sus sones y cantos.
Ocho medallones representan escenas de aventuras amorosas de Zeus y en las esquinas las representaciones de las estaciones del año. Su extraordinaria colección de mosaicos romanos la han convertido en la «casa-palacio mejor pavimentada de Europa».
9. Fábrica de artillería
Este enorme edificio de uso industrial se encuentra en la avenida Eduardo Dato. Se fundó en el año 1565, pensado para fabricar armamento de forma continuada. Está catalogada como como Bien de Interés Cultural a la espera de convertirse en Centro Magallanes para el Emprendimiento de Industrias Culturales y Creativas (Magallanes-ICC).
El ambicioso proyecto corre a cargo de los estudios de arquitectura sevillanos Edartec y Francisco Reina, quienes ganaron en junio de 2019 el concurso para consolidar y recuperar la mejor arquitectura del complejo.
10. Torre Schindler
La Torre Schindler reparte sus 18 pisos a lo largo de 65 vertiginosos metros. En cuestión de 25 segundos, sus 3 ascensores elevan a los pasajeros a lo más alto del edificio, un regalo a la vista sobre el Guadalquivir. Eso sí, uno de los detalles más significativos de este proyecto arquitectónico son sus particulares escaleras y ascensores panorámicos, singulares y perceptibles únicamente desde su interior.
Si bien la hispalense cuenta con un par de rascacielos, es una ciudad que destaca por tener un skyline bastante despejado, así que la Torre Schindler, sin duda, es uno de esos lugares que no parece que esté en Sevilla.
11. Baños árabes Medina Aljarafe
Este baño árabe se ubica en el Aljarafe y es un edén sobre la colina sevillana. La inspiración mudéjar del lugar, la luz tenue, los perfumes y la música, sin duda, trasportan el sentido a esa tradición andalusí como indica nombre. Todo desprende la atmósfera propia de los circuitos termales: vapor, piscinas de contraste para estimular la circulación y un buen surtido de tratamientos y salas de relajación.