Lo que distingue a las calles por encima de otras es, en gran medida, su actividad vibrante y transitada o una buena cantidad de negocios. En el callejero de Sevilla también destacan aquellas con nombres curiosos, por albergar tesoros o por sus particularidades técnicas, desde la tipografía de las mismas, sus estrecheces o en este caso, sus dimensiones. Si nos preguntáramos cuál es la calle más larga de Sevilla existirían dos respuestas posibles.
Lejos de pensar en las grandes avenidas de la ciudad, como Paseo de Colón, la Buhaira o la Avenida de la Constitución, las calles más largas de la ciudad se sitúan en entornos más insospechados. En el centro de la ciudad, por ejemplo, la calle San Vicente y Jesús del Gran Poder son de las más largas, con 800 y 825 metros respectivamente. La pintoresca calle Feria las supera haciendo acopio de 880 metros.
Sin embargo, y pese a ser calles muy frecuentadas por vecinos y turistas, tan solo se aproximan a la calle más larga de Sevilla, ubicada en Triana, en la otra orilla del Guadalquivir. Con 1000 metros de longitud, Pagés del Corro se considera, al menos en términos puramente técnicos, la calle histórica más larga de Sevilla. Esta vía atraviesa el barrio de Triana y lo conecta con Los Remedios.
De hecho, otrora estaba dividida en dos tramos: desde Chapina a San Jacinto se conocía como Cava Vieja o Cava Baja, mientras que de San Jacinto a la Plaza de Cuba se conocía como Cava Nueva o Cava Alta.
La otra calle más larga de Sevilla
Lo que la literatura popular dice, no obstante, es que la calle «más larga de Sevilla» era Matahacas, esta pequeña vía cuyo trazado comunica Puerta Osario con la Plaza de San Román. Y existen dos incógnitas por resolver a este respecto: por qué utilizar el pretérito perfecto si Matahacas todavía existe y cómo es posible que se considerara así si apenas supera los 100 metros de longitud.
La respuesta no es la ofrece esta divertida historia. Antes de que el mapa de esta zona en las inmediaciones de María Auxiliadora se configurara como la conocemos hoy, la calle Matahacas se encontraba entre la calle Sol (que todavía pervive) y la calle Luna, ya desaparecida.
Esta conexión entre ambos astros dio pie a que los sevillanos bromearan otorgándole esta chistosa denominación. Actualmente la calle Luna no existe, si bien todavía se conserva el edificio Las Lunas, un recuerdo de la ubicación de esta antigua calle.