Desgranamos Justa y Rvfina en una conversación donde sus voces se entremezclan, con pasadizos narrativos y viajes en el tiempo para descubrir el patrimonio visual de la ciudad. Aquel de los rótulos icónicos, el del imaginario colectivo, el de los contrastes de la sevillanía, la carga política y la puesta en valor de un bien cultural todavía por descubrir.
Quién está detrás de Justa y Rvfina.
Jorge, ilustrador y tatuador; Ricardo, diseñador gráfico; Peri, licenciado en Bellas Artes pero se dedica al diseño gráfico y vídeo, y desde Madrid Juanjez, tipógrafo y diseñador. Hablamos con Ricardo y Peri.
¿Cómo surge Justa y Ryfina?
Surge de la pandemia y el aburrimiento. Llevábamos rumiando un tiempo el tema de afrontar el mundo de los rótulos de Sevilla, cada uno por su lado. Por una conversación caímos en la cuenta de que estábamos trabajando en lo mismo.
A todo el mundo le pareció interesante. Pensamos “vamos a hacer esto gratis y vamos a dárselo a la ciudad gratis o a lo mejor ponemos una donación y que eso vaya para fines sociales”. Era el inicio de la pandemia, momento de comedores, la gente llevando cestas de compra a vecinos con problemas de recursos y tal. Tenemos un fondo social, yo creo cada uno con una ideología política, pero que el proyecto ya nace con una patita social.
Luego el desarrollo del proyecto empezó en marzo de 2020, y la presentación en Artillería fue el 5 de noviembre: Pero no hemos terminado, queremos ir añadiendo cositas (hasta que nos aburramos).
Una definición del proyecto
Es parte de la investigación de por qué tenemos esas tipografías en los rótulos de la calle. Letras que a simple vista ya resultan un poco extravagantes o exóticas para el sitio en el que están. Es humilde estudio del por qué, de dónde vienen esas tipografías.
El desarrollo de la tesis tendría dos ramas. Por una parte, rescatar el modelo original. Y por otro lado, que sirva como un catálogo de cómo esa tipografía se ha ido adaptando a los tiempos, se han ido deformando y cómo esto también se refleja en la idiosincrasia sevillana. Lo hemos relacionado con la idea que tenemos de la ciudad.
¿Alguna vez habíais investigado antes esto de las tipografías de Sevilla?
Algún palito le habíamos dado. Sobre todo hablo por mí (Ricardo), que vengo de un proyecto anterior que se llama Sevillatipo, donde documento el patrimonio gráfico comercial de la ciudad: los rótulos o los luminosos entendiéndolos como parte de la identidad de la ciudad, como parte del patrimonio. Casi que poner al mismo nivel patrimonial la Custodia de Arfe o un Murillo con el rótulo de la Droguería del Arenal o el azulejo del Studebaker de calle Tetuán. Todos deberían tener un mismo valor patrimonial, y como tal, una protección.
El nomenclátor de las calles no deja de ser también patrimonio gráfico, porque es una expresión gráfica, es tipografía. Y no deja de ser parte de la identidad de la ciudad. Nuestra tesis es que nacen en Sevilla, y de aquí se van difuendiendo a otras ciudades y pueblos.
¿Son fuentes genuinas de Sevilla o podemos verlas en otros sitios?
Las encuentras en toda la provincia de Sevilla, pero también en Cádiz o Córdoba. Fuera de Andalucía, las hemos documentado en Cáceres y otros puntos de Extremadura. Y también en Las Palmas de Gran Canaria.
En 1845, el Ayuntamiento le encarga a Pickman, a La Cartuja de Sevilla Pickman & cía la rotulación de calles y plazas.
Previamente a este encargo, la ciudad se organizaba en base a lo realizado por el asistente Pablo de Olavide en 1781. Unas placas cuadradas que todavía se conservan en muchos puntos de la ciudad, que marcaban barrios, manzanas y otros puntos. Puro fruto de la Ilustración: el rey Carlos IV nombra asistente de Andalucía a Pablo de Olavide. Es la primera vez que se organiza la ciudad desde una óptica civil y no religiosa, ya que antes de Olavide se dividía en parroquias.
Esa organización de Pablo de Olavide era un poco caótica, porque no había realmente calles, sino que iba por manzanas. Entonces en una misma calle se podían repetir varios números. Sesenta años después, el Ayuntamiento le encarga a Pickman & Cía las placas actuales. A partir de ahí, empiezan a aparecer en otros ciudades y pueblos, suponemos que en parte por la labor de los visitadores comerciales de la fábrica, pero también por prestigio, al ser Sevilla una capital mercantil en una zona agroganadera, y también un poco la cabeza de la Andalucía occidental junto con Cádiz. Pero todo esto no deja de ser nuestra teoría.
Hablamos de teorías pero, ¿hay alguna tesis que podemos confirmar?
En realidad no es ningún estudio concienzudo de la época ni somos historiadores ni tenemos una formación científica al respecto. Lanzamos estas hipotesis fruto de lo también humilde investigación realizada. Al buscar en catálogos tipográficos ingleses de la misma época encontramos tipografías con una vinculación estética directa con las de nuestro objeto de estudio. Obviamente, esas tipografías que en ese momento eran top ventas en Inglaterra, llegan a Sevilla de la mano del personal de Pickman. En especial un estilo tipografico llamado toscano, de moda en la Inglaterra de mediados del siglo XIX. Que curiosamente también acaban triunfando en Estados Unidos.
Estas tipografías, muy ornamentado y un tanto extravagante, comparten ese diseño curioso de nuestras letras. Esta suma es lo que nos lleva a formular la hipotesis inglesa. También es cierto que no hemos podido visitar toda la colección, ya que los fondos históricos de Pickman & Cía no están accesibles y no hemos podido llegar a los moldes originales. Pero seguiremos investigando.
¿Cuál es la hipótesis anglosajona relacionada con el origen de estas tipografías?
Pickman, el fundador de La Cartuja, era un comerciante inglés que previamente había parado en Cádiz donde había tenido un comercio. Se viene a Sevilla y aprovecha una doble situación en la que el gobierno liberal de esa época pone unos aranceles muy fuertes a las importaciones de cerámica de fuera de España. También aprovecha la desamortización de los espacios religiosos y consigue ubicarse en el monasterio de Santa María de las Cuevas de la Cartuja. Aquí monta su fábrica de cerámica con buenas comunicaciones y acceso directo a materias primas (arcilla y agua principalmente).
Pero es su origen inglés lo que nos interesa. En ese momento, Inglaterra está en plena revolución industrial y es la capital del mundo en avances tecnológicos, pero también marca patrones estéticos. En la monumental investigación de Isabel Maestre sobre La Cartuja de Sevilla descubrimos que Pickman, al montar la fábrica se trae de Inglaterra maquinaria puntera, técnicos y artesanos. Que acaban formando a los trabajadores locales. Es esto lo que nos despertó la idea del posible origen anglosajón de las letras de las calles de Sevilla. Que con las máquinas y los operarios, también vinieron referentes estéticos.
Ahí empieza nuestra hipótesis «esto es muy sevillano, pero de sevillano no tiene nada. Esto tiene un pie en Inglaterra, en la Inglaterra victoriana». Entonces nos vamos a buscar catálogos tipográfico de la época inglesa y encontramos letras con unas curvitas salerosas y otras características de las nuestras, que nos recuerdan a lo que creemos que es el origen. Lógicamente estos rótulos llevan siglo y tres cuartos en la calle, y en ese tiempo se han ido modificando. Un artesano lo coge, otro le añade, otro le quita, uno copia bien, otro copia mal.
¿Se mantienen algunas de estas tipografías en Inglaterra?
No queremos decir que se usasen en calles, claro, sino que son tipografías que se utilizaban en todo, en publicaciones, en cartelería, en usos comerciales. Eran tipografías ornamentales que se solían usar en pequeña cantidad, para rótulos y portadas. De hecho, hace poco hemos encontrado carteles de feria de la Fiesta de Primavera de Sevilla del XIX, que prácticamente son muestrarios tipográficos, con todos los titulares escritos con una ornamental diferente.
Hay que decir que también por el punto ácido que le hemos querido dar al proyecto. Nos gusta mucho nuestra hipótesis de que una de las características más monolíticas de Sevilla, de una ciudad tan ombliguista y que se mira tanto para dentro, sea inglesa.
Reforzando nuestra hipótesis, está la imagen gráfica de las bodegas de vinos del Marco de Jerez, todas ellas de capital británico: Osborne, Harbey, Sandeman, González Byass. En etiquetas, documentos y rotulaciones de la época hemos encontrado los mismo estilos tipográficos. Y es a partir de aquí donde decidimos hacer una primera tipografía, la Justa, imaginándonos esa canon perfecto que se crea en la Cartuja, de padre inglés y madre trianera.
¿Cómo se ha llegado a las «erratas» en estos rótulos que vemos hoy día? Las enes del revés o las uves que son ues…
Creo que son fenómenos distintos. El bocabajismo, que hemos matizado, puede venir directamente del desconocimiento tipográfico. Un operario tiene que colocar una letra como la ese o la ene, que se puede poner en ambos sentidos, y no tiene porque saber como es correctamente. Todos los días en el telediario ves ruedas de prensa en la puerta de la Audiencia Nacional de Madrid y las enes también están al revés. Esto se repite en todas partes: estaciones de tren, de autobuses,… Entonces, el bocabajismo viene del desconocimiento. Las letras que puedes girar 180 grados y de lejos no dejan de ser legibles como la S, la N, la O, la I.
También viene un poco de la necesidad, si no tengo la A tengo una V. O si no tengo una U, pongo una V. Buen ejemplo de todo ello es la calle San Kermenegildo o la calle ancka en Cádiz, ambas con la K en lugar de una H.
¿Y que se mezclen dos tipos de azulejos?
Si se cae una letra, la repones por la que tienes en ese momento. Por eso hay rótulos en la ciudad conformados por dos, tres o hasta cuatro estilos distintos. Ha habido tanta variedad de estilos, modelos y tamaños que hemos descubierto, que es lo que nos llevó junto con el bocabajismo y los otros fenómenos paranormales, a hacer una segunda tipografía que recogiese estas sevillanas locuras: la Rvfina.
Pero también ocurre otra cosa, que nos parece más divertida. Estas letras las empieza ofertando en sus catálogos Pickman allá por 1845, pero en un momento dado estas letras y placas dejan de aparecer en sus catálogos comerciales. A lo mejor deciden centrarse en el menaje, en sacar la sopera, los platos, los tarjeteros o algún otro tipo de producto cerámico. Pensamos que incluso había una división de competencia entre los talleres trianeros y el de la Cartuja. Los trianeros se dedicaban más a los azulejos para construcción, placas para patios o cuartos de baño. Y Pickman se dedicaba más a objetos domésticos y a la señalética.
En un momento dado los trianeros decidieron meterse y empiezan a aparecer estas derivaciones, no es la letra original sino que es similar. También creemos que ahí hay un poco de sevillaneo. Alguien roba un molde, los moldes van de negativo a positivo y se van reproduciendo así, desdibujándose las características de la letra con cada copia. Pensamos que en el caso del rufinismo, de esa evolución que ha tenido esa tipografía parte mucho de redibujar el contorno.
Existe esa opción, que se hayan ido cogiendo los originales como modelos para moldes, se hayan hecho moldes de los originales y se hayan ido engordando. Encontramos muchas veces que las letras se expanden e incluso modelos muy actuales que son muy gorditos porque el artesano que los ha dibujado piensa que la tipografía era así de gordita.
El curioso que acceda a Justa y Ryfina ¿qué se va a encontrar además de teoría?
Va a poder probar la tipografía, testear, escribir. Y descargarla con una licencia libre, que no significa gratuita. Invitamos a la gente a donar algo para fines sociales. Ahora mismo estamos donando todos los beneficios llamada La Carpa, que atiende a la gente que duerme en la calle y a todos los trabajadores inmigrantes de la fresa en Huelva.
También va a poder leer toda esta investigación, nuestra hipótesis, ver documentación y conocer un poco más de las personas que están detrás del proyecto.
Aparte tenemos la tercera pata, que es Suprima. Esto ha sido ya ahondando un poquito más en la teoría de la sevillanía, que hemos querido representar en una serie de dingbats, imágenes o pequeños símbolos. Quisimos representar un poco las dos caras de Sevilla en este pequeño archivo con imágenes.
Decidimos explotar la virtud y los vicios de la ciudad. Ese heavy que es muy heavy pero sale de costalero o cuando te arreglas para ir a la feria cuando no te has arreglado en tu vida. En Suprima tratamos de enfrentar opuestos, pero de buen rollo. Está la pureza y lo bastardo; la Macarena y los trianeros; el Cali y SFDK. Desde el coño insumiso hasta el Peregil cantando una saeta.
Al principio iba a ser una tipografía, pero pronto vimos que mínimo debíamos hacer dos. Una que fuese el canon perfecto, que entroncaba con la investigación histórica de buscar qué se trajo este hombre de Inglaterra y cómo empezaron los artesanos de Sevilla una vez se fue el guiri que les había dicho look and do it, que ellos se quedaron con el linquidoi. Justa es eso.
Y Rvfina es, no solo eso, sino la evolución de 175 años. Y por algún lado tenía que salir Suprima.
¿Qué es un dingbat?
No sé de dónde viene la palabra pero muchas veces en tipografía las letras y números van acompañados de ciertos ornamentos para ayudar a componer un mensaje. Es algo que viene de la imprenta tradicional.
Las imprentas de toda la vida tenían letras de madera o de plomo que se complementaban con una serie de ornamentos que les ayudaban a componer el texto. La típica mano que señala, que casualmente se llamaba «la mano del impresor», eso es un absoluto en la tipografía tradicional. Elementos que cierran una frase, típicas esquinas. Yo creo que los dingbats vienen de ahí.
Definimos Surima como esas postales turísticas que no podrás comprar en la tienda turística que hay donde cerró la tiendecita de toda la vida.
De los rótulos icónicos que nombran las calles de Sevilla, ¿cuál es vuestro favorito?
El rótulo de la Plaza de los Refinadores es como la portada de Never mind the Bollocks, de los Sex Pystols. Mezcla cuatro tipos, casi todos los fenómenos que hemos querido sintetizar, está en varias alturas, en dos relieves diferentes… De hecho, hay una cámara de seguridad de esas redondas, con lo cual le da todavía más esa capa política o crítica que le hemos querido dar al proyecto.
¿Hay una intención o crítica política vuestro trabajo?
La Suprima es donde más carga política hay porque en las letras difícilmente era posible. Las letras son como un destornillador, puede ser una herramienta y también un arma homicida. Pero la Suprima sí tiene una carga política. Hemos querido contraponer la inocente silla de plástico contra esa reja sevillana de forja tradicional. Puedes quedarte en la capa estética pero ahí estamos hablando nosotros del libre uso del espacio público: sacarte una silla en la puerta de tu casa y tomar el fresco cuando ya no nos dejan salir a la calle si no estás consumiendo en un bar. Esa reja es una capa estética tradicional pero nos está hablando del uso privativo: lo privado, el miedo al okupa.
Matalascañas, por ejemplo, lo entiendo como una extensión de Sevilla en Huelva, salir de la ciudad. Esa imagen tan bonita de una paloma bañándose en la fuente de Doña Elvira, eso es quedarte en Sevilla en agosto, cuando te ves a los canis bañándose en una fuente. El verano en la ciudad o poder tener vacaciones. Como todo lo simbólico te puede significar una cosa o no.
Ahora caminaremos todo el día mirando los nombres de las calles…
Lo que más dice la gente cuando escribe por Instagram es “ya nada más que miro los rótulos”. Bienvenido a nuestro TOC. Pero está muy guay que puedas cerrar los ojos y te acuerdes de la calle, de la fachada o de los rótulos. El centro tiene otros códigos, claro. No es lo mismo una zona antigua de la ciudad que ver estas letras sobre VIAPOL o sobre las Setas, se forma un contraste extrañísimo.
¿Qué hay de los errores en algunos nombres de calles?
En la Macarena hay un caso muy curioso: la calle Eustaquia Barrón. Hasta hace poco había un cartel hilarante. Porque ahora mismo pone calle Eustaquia Barrón, antigua calle Eustaquio Barrón y alguien puso con un papel ‘Antigua, antigua calle Eustaquia Barrón’.
De 4.500 calles que hay en Sevilla, solo 448 tienen nombre de mujer. Y de estos, la mayoría corresponden a nombres religiosos.
Es un caso de invisibilización de la mujer en el callejero. Esa era la madre del dueño del palacio, que urbanizó esta antigua zona de huertas. Pero en 1923 empieza a constar en todos los documentos oficiales como Eustaquio Barrón. En 2017, un vecino se dio cuenta investigando sobre la historia del cercano Palacio del Pumarejo (donde vivió Eustaquia con su familia), y comenzó una batalla con las instituciones para enmendar el error. Luego el nombre estuvo masculinizado desde al menos 1923 hasta 2017. El Ayuntamiento se resistió durante varios años a rotular correctamente la calle de nuevo argumentando que «en 100 años nadie se había quejado». ¿Ocurrirá esto mismo en otras calles de la ciudad?
¿Cómo veis el proyecto a largo plazo?
Nos gustaría que lo conociese la gente y lo usase con un uso responsable respetando la licencia no comercial. Nuestra idea es que todo lo uses para hacer tus cosas, pero no nos gustaría que un listo se pusiese a hacer camisetas y se forrase con eso.
También esperamos que genere cierto interés. Que la gente se empiece a preocupar por el diseño como fenómeno sociológico, no solo de la contemporaneidad de lo digital, sino que el diseño está muy arraigado en la historia de nuestra ciudad, en la identidad. Una noticia de tipografía o interés no nos llame la atención en Sevilla y en otras ciudades sí. Entonces, con que genere cierto interés por la tipografía o por el uso del diseño a nivel histórico también ya se me hace un motivo para seguir dando un poquito de guerra.
A todo le ponemos nombre, ¿cómo llamamos a todo este imaginario que hay en Suprima?
Más que de estilo visual, creo que hay una corriente ahora, la Neoregionalista para reivindicar la identidad folclórica. Lo que llamamos la sexta ola del andaluz, que tiene unos referentes estéticos muy claros y unos referentes musicales. Después de un periodo en el que nos hemos criado queriendo ser El Príncipe de Bel Air y teniendo nuestros referentes estéticos fuera, es muy normal que mires hacia lo tuyo, sobre todo cuando te das cuenta que se está perdiendo, que el centro de tu ciudad podría ser el de Bruselas o el de Phoenix (Arizona). Entonces reparas en lo que has perdido o lo que estás a punto de perder. Y es cuando lo reivindicas. No es lo que ya hizo Julio Romero de Torres hace 100 años, que representó unos valores estéticos que se vendían, supongo. Aquí es un poco rescatarlos pero llevándolos al centro del foco.
Habláis de una ciudad que tiene mucha identidad, que se mira mucho a sí misma al mismo tiempo que parece que se está perdiendo.
Si, no se autoanaliza ni se clasifica. No hay una labor de arqueología moderna, no se clasifican los estilos ni se sabe de dónde venimos. Sobre todo a nivel de 200 años para acá. Estamos hablando de que en Andalucía el logo de Canal Sur se encargó a un estudio de fuera; el logo nuevo de la Junta está en parte hecho fuera, no se le encargó a un estudio o diseñador o diseñadora andaluz; el rediseño de la UNIA (la Universidad Internacional de Andalucía) o el del Teatro de la Maestranza.
¿Por qué creéis que pasa eso?
Hay menosprecio y autocastigo, lógicamente.
Pero también hay mucho amor propio, ¿no?
Para mí ese amor propio es como el pobre derechas.
¿Qué es lo mejor y lo peor de vuestro trabajo?
Entronca con lo anterior de que hay una falta de cultura del diseño enorme en esta ciudad. Desde el empresario que no valora pagar por diseño y no lo ve como una inversión o como un valor añadido a tu proyecto, hasta las propias instituciones, que no apuestan por el diseño local o directamente hacen chapuzas enormes.
Lo peor no es la falta de formación de diseño sino que los grandes capitales siguen todavía renegando de aplicar un buen diseño y de tener criterio para hacer las cosas bien. Creo que eso es mucho más acuciante en Andalucía. Los grandes hitos sociales y culturales de la ciudad normalmente en los últimos años es una derrota para el diseño. Festivales de cine, bienales, fiestas de primavera. Curiosamente, la temporada de toros suele tener mejores carteles que el Festival de cine. Sevilla es de las pocas ciudades que sigue encargando diseños de carteles a artistas, no a cartelistas.
Pensad en el callejero de Sevilla, ¿qué canción os viene a la cabeza?
Patanegra tiene una canción que es casi una guía de Google Maps: Me quedo en Sevilla. Y con una frase del Rock del Cayetano, «Sevilla tiene dos partes muy diferentes, una la de los turistas y otra donde vive la gente».
También Pony Bravo y su Turista ven a Sevilla, que incide en el peligro de convertir la ciudad en un parque de atracciones para turistas. El Pali tiene infinidad, él en sus sevillanas siempre mete topónimos, habla de una freiduría, de la Alameda (a pesar de que él era del Arenal)…
Entendemos que Sevilla es Siempre Así pero también es Narco, Reincidentes o el rap, que ha sido tan importante.
Vendedle la moto a Sevilla
Sevillana, sevillano: desbarroquízate.