
No hay que pasar por alto los restaurantes en las inmediaciones, en las afueras e incluso a un puñado de kilómetros de Sevilla (aquí te contamos dónde y por qué). La proliferación de aperturas y la consagración de restaurantes de categoría fuera de la capital demuestran que darse un paseo no está de más y posiblemente te cueste incluso menos. El retorno a los orígenes transforman los pueblos en millas gastronómicas aún por descubrir y Eterno, desde luego, es uno de los nuevos imperdibles.
El chef José Luis Pastrana atraviesa un momento dulce en su carrera, a la luz de su proyecto más personal en San José de la Rinconada.
Un espacio de espíritu andaluz
Para Pastrana, lo Eterno remite a ese pellizco de amor infinito que la memoria se reserva. Y empuñando esa pulsión y estandarte, se aventura con un proyecto lejos de lo habitual y homenajea la cocina de casa en un espacio en el que se respira sur y finura en cada detalle.
El amplio local, dotado de grandes ventanales, revela esa personalidad de espíritu andaluz, donde se ensamblan madera, mármol, cerámica o sillas de enea y una seductora terraza a punto de estrenar.
La cocina de Eterno, pureza y guisos
Eterno ofrece dos posibilidades para disfrutar de su experiencia: entregarse a sus elaboraciones permanentes o disfrutar de un menú en 8 pases a elección del cocinero centrado en el producto de mercado.
Desgranando su carta, consta de entradas frías y calientes, una sección de verduras, arroces, carnes y pescados. De todos modos, cada capítulo recuerda a los sofritos, guisos y elaboraciones de casa integrando texturas y técnicas para elevar los clásicos.
Enfilan los primeros pases la ostra con esfera de gazpacho, un resultón boquerón adobado sobre crujiente de remolacha y helado de vinagre, foie con higos y su croissant con sardina sopleteada y escalivada. Bocados en los que se logra saborear la infancia, los aperitivos fríos, las meriendas saladas.
Memorable puchero exprés, cocina a fuego lento
Las estaciones calientes se ofrecen como una seductora antesala para ir descubriendo la pureza de Eterno. El bollito preñado de yema de huevo se dispersa sobre una cama de fritá de tomate de Los Palacios y gamba blanca. Un plato sabroso y divertido para mancharse las manos sin reserva.
Le siguieron los langostinos de Sanlúcar y holandesa de manteca colorá y una suerte de puchero exprés. Un raviolón de pringá dispuesto junto a una yema de huevo. A continuación se agrega el caldo, capaz de consolidar las bondades de los caldos profundos, sin renunciar a un interesante juego de texturas.
Cerró el capítulo salado el arroz meloso de pato, memorable y en su punto, y un delicado lomo de venado macerado sobre puré de patata.
Pastrana se las arregla para convertir este local de San José de la Rinconada en una parada necesaria. Platos redondos que se desarrollan in crescendo, con un servicio hacendoso y cercano.
Y es que el ticket medio después de agenciarse tremendo festín oscile entre los 30 y los 45 euros por persona, lo constatan como una formidable opción relación calidad precio.
Eterno permea y se aloja en la memoria. Un restaurante al que apearse en familia y amigos y celebrar la comida de siempre, para mojar, compartir y repetir.