Basta con callejear un poco por el centro, en especial por barrios como Santa Cruz, para apreciar que el albero y almagra, popularmente conocidos como amarillo albero y rojo carmesí, son colores que están presentes en muchos edificios de Sevilla.
Emblemáticos inmuebles como el Palacio de San Telmo, la Real Maestranza, la Iglesia del Salvador, la basílica de San Lorenzo y muchas callejas, plazas y detalles. Que estos colores sean tan significativos en Sevilla no es casualidad. La pregunta no escapa a nadie, ¿por qué el albero y el carmesí definen Sevilla?
Albero y carmesí, pura estética sevillana
Para empezar, el amarillo albero es el color de una roca caliza que se emplea tanto para cimentaciones (el albero de la Feria de Sevilla o de la Plaza de Toros) y relleno, como para obtener un pigmento. El uso del albero es muy típico en gran parte de Andalucía, especialmente en la provincia de Sevilla.
Se hizo popular en la segunda década del siglo XX con motivo de la Exposición Iberoamericana de 1929, ya que su tono dorado resultaba muy estético para los edificios.
Por otra parte, el rojo carmesí se debe a varias razones. Una de ellas es que era el color del Pendón de San Fernando, una de las banderas históricas de España con las que Fernando III tomó Sevilla en 1248. Otra de las razones es que este color siempre ha estado vinculado al poder junto con el escarlata, un color similar.
De hecho, en la Europa del siglo XV era uno de los colores más caros y por ello se utilizaba mucho en banderas, algo que podemos apreciar en la de Sevilla.
Por último, a nivel estético el rojo carmesí y el amarillo albero son dos colores muy potentes que otorgan a la ciudad una estética muy colorida y atractiva. A partir de ahora tendrás que decir «Sevilla tiene dos colores especiales».