Sevilla es la ciudad más bonita del mundo y no, no lo decimos nosotros (que también), sino The New York Times. Concretamente, el medio estadounidense ha dicho «Sevilla es fácilmente la ciudad más ostentosa de España», mientras que The Guardian comentaba que «Sevilla, Córdoba y Granada tienen algunos de los monumentos más importantes de la Tierra.» No vamos a ser nosotros quienes lo neguemos, al igual que tampoco nos atreveríamos a contradecir a Antonio Gala: «Lo malo no es que los sevillanos piensen que tiene la ciudad más bonita del mundo… Lo peor es que puede que tengan hasta razón.»
De acuerdo, puede que los sevillanos pequemos un poco de chovinismo, pero es que no tenemos la culpa de que nos guste tanto nuestra ciudad. La defendemos a capa y espada, pero no lo hacemos solo por sus increíbles monumentos o su color especial.
Para que la próxima vez nadie nos diga que nos inventamos las cosas, te explicamos en 10 puntos por qué Sevilla es (para nosotros) la mejor ciudad del mundo:
Sevilla tiene el casco histórico más grande de España y uno de los tres más extensos de Europa (por detrás de Verona y Venecia).
No se puede decir que en Sevilla la lluvia sea una maravilla, pero lo que sí podemos afirmar es que no encontrarás muchas ciudades en el mapamundi en las que puedas pasar un abril en manga corta. De los meses de julio y agosto mejor ni hablemos.
La catedral es la tercera más grande del mundo y aunque podríamos escribir varios libros explicando sus maravillas, de momento te recomendamos que leas sus secretos mejor guardados.
Hasta la calle más estrecha del centro tiene un encanto especial, sobre todo si está revestida de amarillo albero y carmesí.
No hay una ciudad sobre la faz de la tierra en la que convivan tan estrechamente la antigüedad y la modernidad. No hay más que plantarte en la Plaza de la Encarnación para comprobar esto.
Sevilla es la cuna de grandes artistas como Velázquez, Murillo o Valdés Leal y gracias a ellos, la ciudad es el mayor contenedor de arte.
También tenemos una curiosa lista de monumentos comestibles que hay que «visitar» al menos una vez por semana: empezando por un buen montadito de pringá y acabando por lo alto con unos huevos a la flamenca.
El encanto de Sevilla no radica solo en la grandeza de sus monumentos más emblemáticos, sino en sus pequeños lugares ocultos para el gran turismo como la Plaza de Santa Marta o la capilla de San José.
Si hablamos de zonas verdes, en Sevilla podemos presumir de tener el jardín público más antiguo que se conserva en Europa (la Alameda de Hércules), los jardines del Real Alcázar, un escenario que cautivó a los productores de Juego de Tronos, o el Parque de María Luisa, el pulmón de la ciudad.
Si algo tiene Sevilla es que, por mucho que pueda sonar a tópico, tiene una atmósfera que te embruja y te enamora a medida que la descubre. O lo que es lo mismo, tiene duende.