La pringá es al tapeo sevillano, lo que Velázquez al arte. La gente que la prueba por primera vez siempre desconfía, ya que el nombre no invita precisamente a su degustación. Sin embargo, una vez que prueba este manjar adorado por los humanos y temido por los dietistas, está condenada a la perdición. Resistirte a esta bomba para las arterias es prácticamente imposible y más cuando la sirven en tantos bares de Sevilla.
¿Alguien sería capaz de decirle «no» a una mezcla de carne de cerdo, pollo, tocino, chorizo y morcilla? Obviamente, nosotros no. Y menos todavía teniendo este fantástico mapa que nos dice dónde comer la mejor pringá de Sevilla: