En la tierra donde prolifera el montadito, el mantecaíto y el serranito, junto a otros muchos entrepanes y populares bocados importados, la aparición de espacios como Oing es motivo de celebración. ¿Las razones? Integrar una nueva variable al placer de comer con las manos y la virtud de elevar un bocadillo que no pertenece a la cocina rápida pero que liquidarás con gusto.
La propuesta es tan sencilla como honesta. Una gloriosa receta de ‘pulled pork’ (para los despistadxs, cerdo marinado, cocinado sin prisa, desmigado y bien untuoso) a la que agregarle toppings y salsas, y encerrado en un acertadísimo pan artesanal. Aunque, valga reseñar, en Oing todas las elaboraciones son propias, caseras y gustosas para que comerte un bocadillo sea algo más que pringarte las manos.
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No tendrás que moverte de la hispalense, este recogido local queda en plena Alameda (c/ Amor de Dios, 62) y abre todos los días, salvo martes. Si bien Oing es un negocio take away (incluido también en plataformas de delivery), podrás llevarte tus bocadillos a La Sra. Pop, a escasos metros, o degustarlo en la terraza de 100 cocktelitos.
Los bocadillos de OING
En OING juegan con un buen producto que permite combinar su ‘pulled pork’ con los ingredientes de tu preferencia.
Dicho de otro modo: tienes la garantía de agenciarte un bocadillo accesible, con todos los requisitos que demandamos a la rica comida de casa sin tener que dedicar largas horas en tu cocina preparando este guiso.
Y a la manduca: el pan está balanceado, no es mantecoso y sabe equilibrar las bondades de la esponjosidad a un tiempo crujiente en su acabado. Viene caliente, lo elaboran a diario y, ojo, tienen opción sin gluten.
Just pulled pork 94º 16h
La pieza está marinada en una mezcla de especias (pimentón, sal, clavo y algunas aportaciones que se reservan) y se cocina con una base de sidra, miel y salsa barbacoa a 94 grados durante 16 horas. Se termina con un golpe fuerte de horno para conseguir la piel crujiente y el aspecto tostado que caracteriza al pulled pork y se deshilacha en el local.
En suma, el de Oing se resuelve en un guiso resultón y bien de matices que puedes pedir en dos tamaños: relleno de 90 o de 180 gramos.
Customizas el tuyo
La premisa de no renunciar a la calidad también queda patente en sus toppings y salsas. Escoges la cantidad de relleno que quieres en el bocadillo y lo customizas a tu gusto. A saber:
- Jalapeño, ensalada de col (o col slaw), cebolla encurtida, rúcula y pico de gallo como toppings.
- Y respecto a las salsas, podrás escoger entre salsa Oing (barbacoa con los jugos del cocinado), mayo chipotle, la trufada, salsa picante y de manzana. A estas cabe sumar otras incorporaciones temporales como la mermelada de bacon o la salsa cheddar, que figura como extra.
En realidad, el cliente puede incluir tantos toppings como quiera por 30 céntimos más cada ingrediente.
A estos seductores bocadillos cabe mencionar sus totopos con cheddar, que se prestan a incluir la carne de OING por un euro más.
Los creadores de OING
Con un holgada trayectoria en el mundo de la hostelería, Pablo Rodríguez, Adrián Morales y Jorge Pérez junto al arquitecto David de Anca son los responsables de crear este concepto de bocadillos disfrutones y hechos con mimo.
«Nuestro bocadillo es de locos», afirma con rotundidad Jorge Pérez sin faltar a la verdad. El de OING es uno de esos entrepanes sabrosos que no te cansas de pedir.
¿Cuánto cuestan estos bocadillos de ‘pulled pork’?
Cuando el antojo apremia pocos se resisten a algo tan sencillo y sabroso como un modesto bocadillo, sin pretensiones y absolutamente delicioso. El asunto mejora si los precios están ajustados, como es el caso.
Los bocadillos de OING cuestan 6,5 € (7,5 € si adquieres el formato grande). Y quienes prefieran incorporar totopos y bebida a la experiencia apenas desembolsarán 10,5 € (11,5 €, en tamaño de 180 gramos).
Y es que este local es casi justicia poética. Nada de fast food. Esto se cocina despacio, te deshilachan la carne y se prodigan a la calidad de sus productos y elaboraciones.