Antonio Machado, miembro más joven de la Generación del 98 y figura clave en la literatura española, tuvo con Sevilla una estrecha ligazón. Firme defensor de la República y de talante izquierdista, tuvo que abandonar Madrid tras la Guerra Civil. Primero marchó a Valencia y más tarde tomaría rumbo a Colliure (Francia), donde fallece el 22 de febrero de 1939.
A estas alturas no cabe duda respecto al papel que jugó Sevilla en la vida de Machado, hogar de su tierna infancia y ciudad como tema recurrente en muchos de sus versos. Un recorrido que conduce al lector desde el emblemático limonero machadiano a otros lugares en las inmediaciones de calle Feria o en Triana que lo vieron crecer.
1. Palacio de las Dueñas
El poeta nació el 26 de julio de 1875 en el seno de una familia de clase media en el palacio de la Casa de Alba. Esto es así puesto que su abuelo y su padre tenían alquilada una dependencia del recinto y es en esta localización donde escribió los emblemáticos versos que rememoran sus primeras etapas vitales.
“Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.”
2. Iglesia de San Juan de la Palma
Este templo fue testigo del bautizo del pequeño Antonio, del que fue madrina su abuela paterna Cipriana Álvarez y testigos dos vecinos de la calle. Años más tarde, su hermano Manuel Machado contrajo en el mismo lugar matrimonio con Eulalia Cáceres Sierra.
3. Calle Mateo Alemán
Tras sus primeros años en el Palacio de Dueñas, la familia Machado-Ruiz se trasladó al número 1 de la calle Mateo Alemán (por aquel entonces calle Navas).
4. Plaza de la Magdalena
Muy cerca de su casa, en esta plaza, Antonio recuerda otro episodio de su niñez. En las inmediaciones de la Pascua era costumbre dar «palos dulces» (cañas de azúcar) a los más pequeños.
Antonio, muy orgulloso de su dulce, lo comparó visualmente con el de otro niño y estando seguro que el suyo ganaba en tamaño le dijo a su madre: «La mía es mayor, ¿verdad?». A lo que ella contestó «No, hijo, ¿dónde tienes los ojos?». «He aquí lo que yo he seguido preguntándome toda mi vida».
5. Museo de Bellas Artes
Cipriana Alvárez Durán fue una suerte de segunda madre para los hermanos Machado y una gran fuente de inspiración artística. Ella los llevaba a menudo al Museo de Bellas Artes para que apreciasen el arte. A Antonio le fascinaban artistas como Goya, Velázquez y Rembrandt. Estas visitas culturales fueron reflejadas en los versos de su Lección de anatomía:
«Fue Rembrandt vencedor de luz y sombra
Y el dolor tuvo su primer retrato
y la miseria su pintor soberbio».
6. Calle Betis
La madre de Machado nació en el número 11 de esta calle el 28 de febrero de 1854. Ambos estaban muy unidos y, de hecho, descansan juntos en el cementerio de Colliure. El poeta dedicó unos versos al primer encuentro de sus progenitores que tuvo lugar en esta calle:
«Y fue que unos delfines, equivocando su camino a favor de la marea, se habían adentrado por el Guadalquivir llegando hasta Sevilla. De toda la ciudad llegó mucha gente atraída por el insólito espectáculo, a la orilla del río, damitas y galanes, entre ellos los que fueron mis padres, que allí se vieron por primera vez».
Calle O’Donnell
La última mudanza de los Machado en Sevilla fue al número 22 de la calle O’Donnell, donde nació Joaquín, el cuarto hijo de la familia Machado y el último que nació en Sevilla. A los ocho años, Antonio se trasladaría a Madrid, dejando atrás la ciudad que le vio nacer.
Estrella
Actualmente, hay una institución que se encarga de transmitir el legado machadiano situada en la calle Estrella. Su objeto de estudio es Antonio «Demófilo», padre de los hermanos Machado, e incluso otorgan premios anuales a la cuestión artística de la Semana Santa Hispalense con el nombre de Premios Demófilo. Desde 1985 la fundación sigue en activo.