El entusiasmo que suscitan las aperturas en Sevilla, aumentando paulatinamente la lista de restaurantes pendientes de sus vecinos y foráneos, es directamente proporcional al pesar de aquellos templos que cierran o aquellos que nunca llegamos a probar. Así, en un tiempo en que las hamburgueserías proliferan lamentamos no poder tomar las de Dulio, la antigua cadena de hamburgueserías de Sevilla. Recuperamos su historia en las líneas que siguen.
Juan Rodríguez Rodríguez, un gallego afincado en Sevilla, abrió su primer restaurante en la hispalense, bautizado como ‘Las Navas’. Estaba situado en las inmediaciones de la calle San Pablo, por la Magdalena. Al tiempo cerró y le seguiría un segundo negocio, Viana (en el número 8 de Velázquez).
Su segunda apuesta consistía en un buffet autoservicio con bingo incluida en la primera planta. Un concepto que pronto se popularizó. Serían Enrique Graciano y Juan quienes siguieron el ejemplo de emprendimiento de su padre y germinaron Dulio.
En el Paseo de Cristina, detrás del pasaje que da a Almirante Lobo, lucía esta hamburguesería marca Sevilla la estética propia de la época, influencias relativas al baloncesto incluidas en su aspecto y carta. Un espacio que sería todo un éxito en las décadas de los ochenta y los noventa. A tal punto que en Facebook llegó a crearse una página bautizada como ‘Yo también me comí un Dulio’.
Dulio se expandió de un modo profético, como anticipando el aluvión de restaurantes dedicados a la hamburguesa que tan solo un par de décadas después poblaría la ciudad. Tuvo locales en la calle Salado, en las inmediaciones del actual Corte Inglés de Nervión e incluso en Gines. Otros se incorporaron a la miríada de establecimientos Dulio: en la calle Sagasta, en un pasaje de Sierpes y en la Cartuja.
El último restaurante Dulio resistió el envite de las grandes compañías de comida rápida hasta el año 1999, cuando la Editorial Planeta adquirió el inmueble de la actual Casa del Libro.