
Itálica lleva abierto solo unos meses pero ya apunta maneras. En las esferas gastronómicas Javi Abascal tiene mucho que decir, pues más de diez años son testigo de su incansable emprendimiento. Con Lalola consagrada como institución en el Hotel One Shot Conde Torrejón, Abascal desempolva la segunda planta del Hotel América con Itálica.
Lo nuevo de Abascal se asienta sobre un interesante abrazo entre recetario e ingredientes andaluces con técnicas, recetas y alimentos propios de Italia. Una fórmula que funciona y patenta en una carta concisa.
Como toda trattoria que se precie, la idea es que el comensal se deleite con una comida casera y asequible. Vaya si lo consigue. Menos de una decena de entrantes, otras tantas pastas y capítulos escuetos dedicados a la carne y los postres. Los precios oscilan entre los 7 y los 23 euros, lo que permiten procurarse un ágape en torno a los 30 € por comensal.
La buena noticia es que su propuesta sabe de maravilla. Una cocina audaz bajo la rúbrica del ibérico y el cariño que Abascal imprime en todos sus proyectos. Si Lieva nos tienta a echarnos a la espalda unos cuantos kilómetros para sentirnos como en casa, en Itálica uno se siente gozoso con platos que combinan la carrillada ibérica con ñoquis, setas, pesto de albahaca y parmesano.
La cocina de Itálica*, identidad propia
Abre la experiencia un apetente sorrentino con trufa, setas y aceite de albahaca. Otra pasta rellena sutil, si bien de gusto pronunciado es el ravioli de espinaca y queso ibérico.
Al paladar de una servidora, la mezcla patria más seductora de todas ellas es el ravioli relleno de carrillera de ternera con mantequilla de ajo negro. Un acierto para avanzar hacia un fuera de carta glorioso.
Hablamos del brioche con ternera (45 días de maduración), edam, scamorza y mozzarella acompañado de unos adictivos ñoquis fritos en mantequilla Radice.
Una forma de entronizar el ibérico con un platillo desenfadado, muy fácil de comer y repleto de elementos italianos.
Una colección de sabores que se asoman a ambas tierras con la personalidad de Abascal. Y es que, a los mencionados, se suman otras suculentas recetas de esencia mediterránea.
No es extraño hallar unos tagliatelle al ajo limón, con secreto ibérico adobado y parmesano o una ensaladilla de langostinos con huevo frito —por lo demás, un clásico del reputado cocinero— a la que agrega, ojo, guanciale.
Un trío de postres cierran la carta sin renunciar al espíritu del restaurante: la mezcolanza en el Mediterráneo. Los ofrecidos son un tiramisú sevillano, torrija con helado de queso mascarpone y caramelo salado y una panacotta ibérica con Amaretto.
En lo relativo al aspecto del restaurante, su mayor virtud son los ventanales que acentúan la luz sobre los platos, también la mirada curiosa del comensal sobre el centro de la ciudad.
*Algunas de las fotografías que figuran en el artículo responden a cantidades en formato degustación y no son las que acostumbra a servir el restaurante.