El español es una lengua rica en acentos, préstamos, conceptos singulares que cambian en cada región, muletillas antediluvianas y otras, en plan, actualizadas. También traducciones que han derivado en nuevos términos por el paso del tiempo y la fonética de cada lugar y expresiones. Muchas expresiones. Como el caso que nos ocupa y que guarda buena relación con la hispalense: «Quien fue a Sevilla perdió su silla».
La aportación de la lingüística nos concede esos orígenes y significados y se divierte con las pesquisas de la lengua. ¿De dónde procede esta expresión y por qué Sevilla entra en la ecuación?
Para contexto de los hispanohablantes que no conozcan este refrán popular y para quienes se encuentren en vías de aprender español, se utiliza para apelar a alguien que tras ausentarse y regresar a un lugar se encuentra con otra persona ocupando su sitio.
El propósito es puramente aleccionador. La moraleja, en todo caso, insta a permanecer (en la misma ciudad, en el mismo trabajo, con las mismas dinámicas) y recuperar otro dicho, el de mejor lo bueno conocido que lo malo por conocer.
¿Por qué «Quien fue a Sevilla, perdió su silla»?
En una primera instancia, la frase en cuestión contaba con una ligera variación:«Quien se fue de Sevilla, perdió su silla». Su origen se remonta al siglo XV durante el reinado de Enrique IV de Castilla.
El arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca y Ulloa, persona de confianza del rey y hermanastro de Isabel I La Católica, futura soberana, tenía un sobrino al que le concedieron el arzobispado de Santiago de Compostela.
El contexto en la Galicia del momento estaba marcado por disputas, así que el sobrino le pidió a su tío que viajara al norte previamente para apaciguar, en la medida de lo posible, las tensiones en la zona. Alonso aceptó y dejó a su sobrino en su lugar en Sevilla.
No obstante, para cuando las aguas volvieron a su cauce en Galicia y Alonso de Fonseca regresó a la hispalense se encontró que su sobrino se negaba a devolverle su puesto de arzobispo. Esta revuelta familiar fue muy controvertida en Sevilla y es en este momento cuando se populariza la expresión «Quien se fue de Sevilla perdió su silla».
Finalmente, el conflicto se resolvió mediante un mandamiento papal de Pío II y la intervención del Rey de Castilla, consiguiendo así que Alonso de Fonseca y Ulloa tuviera el cargo que le correspondía en Sevilla.
Adiciones del refrán
Otra de las particularidades del refranero español o de ciertas expresiones de esta lengua es la proliferación de adiciones. En suma, hábiles contestaciones con retintín.
En este caso, y según detallan desde el Instituto Cervantes, la más difundida es “Quien fue a Sevilla, perdió su silla, y quien fue a Aragón se la encontró”.
Otras versiones son: “y quien fue a Jerez, la perdió otra vez”, “quien fue y volvió, a garrotazos se la quitó” o «quien fue y volvió, la recobró/encontró» e incluso otras que varían en función de su zona geográfica.
A saber: «quien fue a Sevilla, perdió su silla, y quien fue a Morón, perdió su sillón» o «quien fue a Padrón [Galicia], perdió su sillón».
Palabras de la provincia
El vocabulario sevillano, riquísimo en matices, puede presumir de mucho más que esta expresión tan extendida a lo largo del país.
Y es que el vademécum de vocablos incluye formas vetustas pero también muchos otros términos que siguen utilizándose con el paso del tiempo, como los calentitos o los búcaros. Aquí recopilamos algunos de ellos.