La riqueza de las distintas hablas de Andalucía ya (casi) no se pone en tela de duda o, al menos, va ocupando paulatinamente un espacio de prestigio y valor, alejándose de los clichés y la vergüenza. Una realidad a la que han contribuido eminencias como Lola Pons, José María Pérez Orozco o Antonio Manuel Díaz.
El andaluz está vivo, con sus matices en la oralidad, llenos de implícitos y de la innegable herencia del árabe sumamos un buen catálogo de palabras. ¿Será olé una de ellas? Es una voz llana o aguda, enfatizando en la o o con acento en la e, ambas grafías son válidas.
Esta interjección jalea, acentúa los atributos de una danza, un cante u otras expresiones artísticas, muestra entusiasmo, aplaude.
Signo de cultura española, asociada al flamenco y a la tauromaquia, su procedencia no queda del todo clara. Hay quienes afirman que viene del griego. El verbo «ololizin» (ὀλολύζειν) designa el grito ritual de júbilo de duelo. Sin embargo, en su contexto estos aullidos se asociaban al dolor.
Por otra parte, existe otra teoría que afirma que olé procede de un episodio bíblico. Jacob es engañado el día de su boda con Raquel. Al quitarle el velo a la novia descubre que en su lugar se encuentra Lea. El público intenta advertir a Jacob vociferando «Oh, Lea», y de ahí pudiera nacer la derivación a olé.
La herencia árabe: olé viene de Alá
Sin embargo, la versión favorita y la más extendida es la que defiende la procedencia árabe. Quienes afirman esta teoría sostienen en que olé viene de la exclamación ¡Alá! (Allah). Según esta teoría, los árabes utilizaban esta voz cuando les agradaba una expresión artística, o cualquier muestra de arte, espectáculos de baile, etc. Pensaban, por ejemplo, que si un bailarín maravillaba al público con sus movimientos, Alá podía entreverse a través del bailarín.
Si bien los académicos no se ponen de acuerdo, continúan surgiendo otras teorías que atraviesan esta expresión tan propia del sur de España.