El Ayuntamiento de Sevilla cada año procede a la recogida de la naranja del viario público y los parques, debido al sustancial crecimiento de la cosecha. Los trabajos normalmente se extienden desde principios de año hasta marzo, aproximadamente. Pero, ¿por qué no es pueden comer estas naranjas amargas?
En Sevilla, la ciudad con más naranjos del mundo, se cuentan estos árboles a puñados. Y es que cerca de 40.000 naranjos quedan repartidos a lo largo de la hispalense. Claro que también son abundantes en otras localidades como Málaga o Valencia.
Quien alguna vez las ha probado sabrá que el sabor se encuentra a años luz del de las de una frutería. Son naranjas ornamentales, puramente decorativas y que se retiran para evitar molestias a los vecinos. En redes sociales incluso hay quien encuentra grotesco que no se puedan comer.
Esta fruta callejera no es apta para el consumo humano por su fuerte sabor amargo. También porque la piel del fruto absorbe todos los gases y productos tóxicos derivados de la polución de las ciudades.
Hay quien afirma utilizarlas para hacer mermelada de naranja amarga, utilizando la piel. Una tarea desaconsejada por varios expertos, que alertan del «alto riesgo» que puede acarrear para la salud utilizar la piel de este fruto tan expuesto a la contaminación.
¿Para qué se utilizan las naranjas amargas de Sevilla?
De otro lado, estas naranjas amargas tan propias del sur de España acostumbran a utilizarse en Sevilla para otros fines, que detallamos:
- Vertederos autorizados y de gestión controlada para la fabricación de compost y cosméticos.
- Explotaciones ganaderas para la alimentación de ganado caprino.
- A la planta EDAR Copero de la empresa metropolitana de aguas Emasesa para la fabricación de compost o a la generación de electricidad a partir del gas generado.
Uno de sus usos más extendidos y populares es la elaboración de mermeladas y otras confituras que, más allá de las leyendas del pasado, el Real Alcázar de Sevilla hace llegar cada a la Casa Real británica.
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