Aunque mucha gente lo desconozca, los naranjos producen de forma natural naranjas amargas, pero las que compramos para consumir normalmente han conseguido el dulzor a través de árboles injertados. Los que sí que saben bien este dato son los ingleses, especialmente la Familia Real Británica que descubrió hace siglos el sabor inigualable de la «Seville Orange Marmalade«.
El hecho de que la Reina Madre tome mermelada sevillana hasta en la hora del té se debe a que la naviera MacAndrew enviaba naranja al norte de Inglaterra, aprovechando el transporte de hierro de las minas de Riotinto. De esta forma se popularizó la mermelada de naranja amarga y a pesar de que hoy la consume la Familia Real, en sus inicios era un alimento muy popular entre gente sin recursos.
Se cuenta que la mermelada que llega a Buckhingham Palace está elaborada con las mismísimas naranjas del Palacio de Dueñas y aunque muchos aseguran que de esta forma estaban conectadas la Duquesa de Alba y la reina Isabel II, se trata de una leyenda.
Lo que no es una leyenda son los 31.000 naranjos amargos que hay plantados en Sevilla con fines decorativos desde los años 70.
Este año, de verdad
El Real Alcázar de Sevilla recupera esta simpática tradición de enviar un lote de naranjas amargas recogidas en sus jardines a la Casa Real británica para la elaboración de mermeladas. 1053 naranjos y 39 limoneros constituyen los jardines del Alcázar cuya recolección es contratada anualmente a una empresa especializada (algunos de ellos tienen siglos de antigüedad y con sus frutos se elaboran ricas confituras).
Fueron el cónsul de Sevilla, Joe Cooper y el embajador en España, Hugh Elliott quienes recuperaron el año pasado esta costumbre por iniciativa del alcaide del monumento, Manuel del Valle (fallecido el 27 de marzo). La directora, Isabel Rodríguez, lo relata así: “Él nos contó que antiguamente existía la tradición de mandarles naranjas amargas para que hicieran mermeladas. Nos pusimos en contacto con el cónsul en Sevilla y se mostró encantado. Preparamos unas cajas muy bonitas y las recogió. Se las mandó al embajador y de ahí a la Casa Real. Nos dijeron que estaban encantados con retomarlo”.
Este año se ha vuelto a hacer pero con una particularidad: han sido los propios ingleses los que estuvieron en el Alcázar seleccionando las mejores naranjas para enviarlas a la embajada. La idea era elaborar aquí la mermelada antes de mandársela a la reina.