La Alameda de Hércules de Sevilla; otrora parte del curso del Guadalquivir, pantanal y zona marginal hasta hace pocas décadas, congrega a cientos de personas en su jovial propuesta. Un entorno donde bares, restaurantes, cafeterías y locales dedicados al ocio nocturno se esparcen por doquier y hacen de este paseo uno de los espacios más animados de la hispalense.
Más allá de las pesquisas que uno pueda llevar a cabo para conocerla a fondo —por ejemplo, el paseo se ejecutó en 1574 por el I Conde de Barajas convirtiéndola en uno de los jardines públicos más antiguos de España— existe un dato especialmente curioso.
¿Qué inscripción esconde la superficie de la Alameda de Hércules?
Si el lector o la lectora sevillanos repasan los elementos que configuran la Alameda, pronto se descubrirán pensando en albero, banquitos, kioskos abandonados, y, posiblemente, las fuentes que emergen del suelo, revestidas de unas losetas de color azul y blanco.
A pie de calle es imposible identificar que estas baldosas en la Alameda puedan configurar una inscripción, una imagen.
En concreto, se trata de las fechas que abarcan la evolución de esta zona de la ciudad, y que comprenden desde la iniciativa de Francisco de Zapata y Cisneros del siglo XVI hasta 2007 (en teoría, esta reforma integral culminó en 2008).
Así, desde Google Maps uno identifica de maravilla cómo estas losetas revelan 1574 en azul y 2007 en color blanco.
A propósito, el nombre de esta alameda hace referencia a las dos colosales columnas que dominan uno de sus extremos y sobre las que descansan Hércules y Julio César. Sendas piezas pertenecen al templo romano de la calle Mármoles.