
A la abundante oferta de espacios en Sevilla dedicados al brunch se suceden algunas excepcionalidades, rarezas culinarias capaces de otorgar un valor añadido a este ágape intermedio entre el desayuno y la comida. Beirutina es uno de esos espacios estimulantes que no aborrecerás.
Restaurante, cafetería, gastrobar. Son varios los epítetos que se le pueden otorgar a este negocio honesto al que podrás acudir a casi cualquier hora. El olor que desprende la calle Fernán Caballero hace sospechar que en su interior se cocinen viandas a un tiempo lejanas y apetecibles.
Beirutina es cocina libanesa tradicional y revisitada en una selección de recetas mediterráneas. La carta condensa una veintena de platos y todos ellos comparten los sabores frescos, herbáceos y especiados de Oriente Próximo.

De aspecto rústico y ladrillo visto, Beirutina anuncia un encuentro entre los cafés libaneses de los años 70 y los sevillanos y sevillanas.
En el salón o en la terraza podrás disfrutar de un café de especialidad (incluyen una singular receta con azahar, el café blanc Beiruina), un vino (también los tienen, naturalmente, de procedencia libanesa) o dos sugerencias: la limonada libanesa o el ayran (una bebida a base de yogur).
La carta la componen el capítulo del desayuno o brunch y el relativo al almuerzo (con manoushes y especialidades preparadas en el horno). Además, la propuesta incorpora postres y pequeños caprichos dulces con el pistacho como indudable protagonista.
Cómo es la carta de Beirutina
La libanesa Fourat El Achkar Gharios se afincó en Sevilla hace más de una década y se aventuró el pasado otoño con este proyecto que abraza los sabores del Líbano.
Entrando en detalle, el comensal tiene ante sí bocados para untar. Como el muhammara; el labné, convencional yogur libanés con aceitunas negras; diversas variedades de hummus; o el mutabal de berenjena. Le siguen las ensaladas (tienes varios fatush y tabulé) y los fatté, boles de yogur en capas.

Los platos más contundentes se nutren de man’oushe horneado al momento con queso akkawi y halloumi o acompañado de kafta de ternera o shawerma de pollo, entre otros. Otra de sus populares apuestas es el tartar de berenjenas, tomate, cebolla y vinagre de granada.
Y el mostrador, antesala de su cocina vista, es un elegante despliegue de especialidades dulces. A saber: knefeh (una suerte de tarta con akkawi fundido en su interior), galletas de pistacho y almendra, baklava o ma’moul, pastelitos libaneses rellenos de dátiles.
Así, Beirutina se exhibe natural, cercana y sabrosísima para ampliar nuestros horizontes gastronómicos en la ciudad.