Sobre el escarpe de los los Alcores, junto al camino que comunica Alcalá de Guadaíra con la Campiña del Guadaíra y la Sierra de Morón, se alza esta fortaleza de la época andalusí: el Castillo de Marchenilla.
En sus comienzos, Marchenilla fue una explotación agrícola que usaron los árabes durante la ocupación. Sin embargo, las invasiones de los benimerines (miembros del Imperio de origen bereber zenata, cuyo núcleo estaba en Marruecos, aunque controlaban parte de Andalucía y algunas zonas del Magreb) en las tierras reconquistadas por los cristianos propiciaron que estos decidieran construir un castillo con fines defensivos. Este terreno fue un regalo de Alfonso X a Rodrigo Álvarez.
En la baja Edad Media, Marchenilla pasaría a formar parte del señorío de Gandul y Marchenilla, instaurado en 1639 a favor de un mercenario, Arnao de Solier, que apoyó a Enrique II en la guerra civil contra Pedro I. A finales del siglo XIV, el señorío pasó a la familia sevillana de los Velasco y estos deciden ampliarlo con decoraciones tardogóticas, algo inusual en la arquitectura militar sevillana de la época.
Cómo visitar el Castillo de Marchenilla
A nivel histórico, este enclave también tuvo gran importancia por ser el escenario de las paces de Marchenilla, que supuso la paz entre dos familias nobiliarias: Ponce de León y Guzmán, ambas muy vinculadas al ascenso de Isabel I de Castilla.
Más tarde, el castillo incorporó varias transformaciones. Entre ellas, la construcción de la capilla de San Isidro Labrador en el siglo XVII, con una imagen de la Virgen de Guadalupe o la ampliación del recinto en el siglo XIX, que incluía un patio cortijado.
Actualmente, el castillo se asemeja a un cortijo sevillano con torre y muralla, por lo que recibe el nombre de «cortijo fortificado«. Como se trata de un monumento de propiedad privada, solo abre sus puertas al público los sábados de 10:00 a 14:00 horas. Para visitar este imponente castillo debe concertarse cita previamente a través del siguiente correo: visitacastillodemarchenilla@gmail.com.