Es un hecho que en Sevilla se vive como Dios, pero también lo es que a veces nos quejamos de vicio.
El ser humano es un quejica por naturaleza y los sevillanos no nos libramos. Vivimos en una ciudad con una de las mayores tasas de felicidad per cápita. Obviamente nos hemos sacado de la manga este dato, pero ¿alguien se atreve a decir lo contrario? En resumidas cuentas, hay ciertas cosas que alteran nuestra paciencia y nos hacen volvernos más iracundos que un Gremlin mojado, como estas que te relatamos a continuación:
Aparcar en el centro
Hasta Teresa de Calcuta, Nobel de la Paz, perdería la paciencia en esta misión que ni siquiera el mismo Hércules podría haber logrado. Seguro que más de una vez has llegado a vagar por el centro durante horas buscando un aparcamiento y al final has optado por irte a Cartuja.
La imagen que se da de los sevillanos en televisión y cine
La verdad es que hay ciertos estereotipos que llegan a ser pesados. Por no hablar de películas como Misión Imposible 2, que trasladó las Fallas a la capital andaluza, o Noche y Día, que plantea una huida en motos por las calles de Sevilla y un centenar de toros.
De lo difícil que es pillar mesa en algunos restaurantes del centro
A veces es complicado reservar una mesa incluso llamando dos días antes. Hay varios lugares que todavía no hemos probado porque tienen una lista de espera más larga que la del DiverXO.
Del precio de la vivienda en el casco histórico
Coqueto estudio en la Alfalfa con decoración moderna es lo mismo que un zulo de mierda con muebles de IKEA (de la gama «ofertas de etiqueta amarilla») con vistas a un patio de vecinos que los tendrás tan cerca que podrás saber qué colonia se han echado. Sí, el precio de las viviendas en Sevilla en el centro es disparatado y nos produce urticaria.
Tussam en días de lluvia
No falla. Cada vez que caen 4 gotas el transporte urbano se colapsa y los tiempos de espera se triplican y más de un autobús pasa frente a nosotros con el aviso de «Fuera de servicio». Si es que lo no pasen con Tussam…
Del alcalde/alcaldesa de turno
Que si Juan Espadas ha subido el billete univiaje de Tussam, que si va a implantar una tasa turística, etc. Siempre nos estamos quejando de la medida política de turno, aunque a veces llevamos más razón que un santo.
El calor: enemigo público
Sí, da igual que nos quejemos todos los años, porque si no tenemos pisito en la costa nos lo vamos a comer con papas (y un gazpacho para refrescarnos un poco).
Zonas que parecen pocilgas
Entendemos que la gente salga los fines de semana a echarse unas cañas. No somos esa típica vecina que te tira un cubo de agua si montas jaleo, pero por Dios hay unas normas cívicas básicas. Que hay mañanas en las que la plaza del Salvador parece un estercolero de mamuts.