Hay vidas marcadas por la tragedia y luego está la de Íñigo López.
Ya te hablamos de la existencia de un pajarito en Sevilla que ponía fin a la soltería a aquel o aquella que lo encontrase, pero esta no es la única forma de conseguir llegar al altar (o al juzgado): en la parroquia de Santa Ana hay una sepultura conocida como la tumba de El Negro, que cuenta la leyenda, que si le das siete patadas conseguirás casarte. Pero, ¿quién es este enigmático personaje?
Vida y muerte de Íñigo López
Íñigo López. conocido como El Negro de Triana, fue un indio que envió Cristóbal Colón desde Puerto Rico a España. Este era el hijo del rey de la isla y fue su propio padre el que lo entregó como esclavo al conquistador. Cuando llegó a Sevilla, entró en el Convento de San Francisco, se convirtió al cristianismo y adoptó el nombre de Íñigo López cuando un marqués lo sacó del claustro para que le sirviera.
En un principio, este marqués fue su salvación, ya que le permitía gozar de todos los lujos de la vida de la nobleza, hasta que un día este «benefactor» intentó violarlo. Íñigo se negó, lo que provocó que el marqués acabara con su vida.
La tumba de Íñigo López
Si la vida de El Negro de Triana no fue un camino de rosas, mucho menos lo fue la vida de ultratumba. Desde 1503, está enterrado como un noble en la parroquia de Santa Ana baja una lápida de cerámica renacentista del maestro Francisco Niculoso Pisano, pero a partir de mediados del siglo XIX surgió de la nada una leyenda en torno a su figura: las solteras que dieran siete patadas al compás a la sepultura encontrarían un marido.
Así que si a este hombre no le bastaba con haber sido entregado por su padre y asesinado por un marqués, también tuvo que lidiar con las solteras supersticiosas que han dejado en grave estado de deterioro su tumba, motivo por el cual se tuvo que poner una verja alrededor. Sí, en el siglo XXI hay personas que se siguen creyendo que por dar un par de patadas a una tumba van a encontrar pareja.
¡Y ojo! Por lo visto, a las solteras no les bastó con darle patadas a la tumba, sino que más tarde siguieron dándoselas a la verja, por si acaso hacía efecto rebote. Por suerte, en 2016 con motivo del 750 aniversario de Santa Ana, el azulejo fue restaurado con el patrocinio de la Real Maestranza de Caballería.
En definitiva, la vida de Escarlata O`Hara fue una comedia comparada con la del pobre infeliz que, 500 años después de su muerte, puede descansar en paz.
Fuente de la información y la imagen de portada: sevillaciudad.es