Hubo un tiempo legendario en el que Triana no formaba parte de Sevilla.
Al igual que ciudades como Roma, Triana es cuna de leyendas desde su fundación. Si el origen de la ciudad italiana es explicado a través de Rómulo, Remo y la loba capitolina, en Triana y Sevilla se hace lo mismo con la diosa de la fecundidad, Astarté, y Hércules.
Según la leyenda, Hércules estaba profundamente enamorado de ella y perseguía a Astarté a dondequiera que fuese. La diosa, harta de esta incesante persecución se refugió en la orilla occidental del Guadalquivir, zona en la que hoy se erige Triana.
En esta exhaustiva a la par que enfermiza búsqueda Hércules descubrió una tierra que había frente al barrio, fundando una ciudad a la que puso de nombre Híspalis. Su amada hizo lo mismo en la otra orilla, fundando así la ciudad de Triana —aquí puedes consultar la etimología—.
Así es el origen mítico del barrio y capital hispalense y la razón por la que cada vez que digas que Triana es puente y aparte, llevas parte de razón. Por otra parte, esta leyenda también es muy útil a la hora de recordar el verdadero Hércules alejado de la amable imagen que ha dado de él la televisión y el cine (maldito Disney, cuánto daño has hecho).