Uno de los rasgos definitorios de la posmodernidad acaso sea esta cohorte de negocios insólitos —muchos de ellos a prueba de escépticos— que comprenden desde bares clandestinos a espacios donde puedes merendar y pintar cerámica a un tiempo. O, como es el caso de Plasér, una cafetería donde te atienden a través de un agujero en la pared.
Un puñado de personas se arremolinaban el pasado jueves alrededor de este sorprendente negocio de reciente apertura en la céntrica calle Cuna.
En el número 42 de esta vía te recibe una fachada repleta de pintadas, mensajes y dibujos que los clientes han ido dejando a su paso y unas cartas con los productos y sus precios.
A través de una pequeña oquedad que pareciera perforada a golpe de martillo se adivina una barra, una cafetera y un barista. Suficiente, por cierto, para preparar un café.
Los precios de Plasér en pleno centro
Enseguida te atienden y te sirven, como promete la experiencia, en esta suerte de ventanuco. Porque en Pláser no hay mesas ni terraza ni, si me apuras, nada que ofrezca la impresión de que puedes tomar café, mucho menos de especialidad.
Los precios oscilan entre los 2,20 € del doble espresso y los 3,20 € del flat white o el latte macchiato.
El eslogan sigue la estela rompedora del negocio «aquí te daremos placer por el agujero» que está dando que hablar.
