Aunque cueste creer, la crisis sanitaria que estamos atravesando no es la primera de gran calado que se vive en el capital hispalense.
Ya en 1649, la capital andaluza sufrió una epidemia de peste bubónica que se cobró 60.000 vidas, prácticamente la mitad de su población de entonces, unos 150.000 habitantes. Eso sí, spoiler, Sevilla salió a flote y pudo recuperarse de la catástrofe que supuso la plaga. Pero, ¿y si hubiésemos echado la vista atrás para aprender de los errores que cometieron entonces los sevillanos?
Historias que se han repetido durante la Covid-19
En 1649 el pánico se extendió por toda la ciudad, que se sumió en una auténtica crisis colectiva. En el libro anónimo que narra los hechos de la Peste en Sevilla se cuenta, por ejemplo, que de la ciudad escapó “mucha gente huyendo al campo» creyendo que salvarían la vida y sin embargo ocurrió todo lo contrario. La actualidad nos ha vuelto a demostrar los nulos beneficios de saltarse la cuarentena o lo absurdo de sobreabestecernos con ciertos productos (🧻 )
La peste bubónica fue una epidemia procedente de África y cuyos primeros contagios se produjeron por vía marítima. Sin embargo, tanto entonces como ahora se ha tratado de buscar un chivo expiatorio a quienes adjudicar el peso de la enfermedad. En aquel momento, según narran los cronistas, los ciudadanos de Sevilla inculparon a los gitanos aludiendo que habían traído de Cádiz un cargamento con ropa infectada a fin de venderla en la capital. Durante los primeros meses de la aparición del coronavirus, no fueron pocos los que señalaron a personas con rasgos asiáticos. A menudo, las oleadas de racismo e ignorancia no han servido para encontrar soluciones a las crisis.
Por supuesto, no todo son malas comparativas. Durante la epidemia que asoló Triana, y el resto de Sevilla poco después, los vecinos de la ciudad se prestaron a desprenderse y quemar sus propiedades para evitar contagios. Poco puede añadirse sobre la generosidad de gran parte de la población en términos de donaciones, ayudas al vecino/a o sencillamente regalando momentos divertidos durante el periodo de confinamiento.
Por su parte, la labor de los médicos ha sido encomiable en ambos contextos. El historiador del siglo XVII Diego Ortiz de Zúñiga narraba la bravura de los médicos al enfrentarse a la enfermedad con diligencia, a riesgo de morir contagiados examinando a los pacientes. Cuenta que «de los Médicos que entraron a curar [en el Hospital de las Cinco Llagas] en el discurso del contagio, de seis solo quedó uno»
Sabemos en qué se convirtió la Sevilla de la peste. Todavía podemos cambiar cómo será la Sevilla post-covid.