La lengua acostumbra a jugar con los equívocos, los dobles sentidos y otros entresijos que la enriquecen pero que a menudo desencadenan en traducciones desafortunadas, polémicas o simpáticas, en el mejor de los casos.
Una anécdota del estilo ha ocurrido con los subtítulos de una de las series de Netflix. En Luis Miguel: la serie, el «Lo siento, mi arma» de uno de los personajes se tradujo al inglés como «I’m sorry, this is my weapon». La plataforma de streaming ya ha eliminado la errata del capítulo en cuestión (el sexto de la segunda temporada, para los curiosos) que pudo leerse en la primera versión del episodio. En su lugar ha quedado un «I’m sorry, my darling» más adecuado.
Otro ejemplo más de los matices que entrañan algunos localismos que, más allá de las fronteras que delimitan el nosotros, son difíciles de interpretar a otras lenguas. Por lo general, este tipo de compañías emplean la traducción automática poseditada, que arranca con un traductor común para que, a posteriori, un profesional reajuste este tipo de erratas.
Así lo denunció la Asociación de Traducción y Adaptación Audiovisual de España (ATRAE) en relación al trabajo que se había hecho con El juego del calamar.
Como traductores, no entendemos cómo se puede dejar no solo esta, sino cualquier obra, en manos de un algoritmo de traducción que produce resultados deficientes que, posteriormente, tiene que corregir un profesional por una tarifa irrisoria.
Crédito foto: Netflix