No hay nada que sorprenda más a una visita que el hecho de que en Sevilla se puedan comer pajaritos. Los de fuera son incapaces de comprender por qué nos comemos a estas criaturas aladas, pero a nosotros nos parece de lo más normal.
El mítico bar donde puedes pedir una ración de pajaritos está en Triana, concretamente en el número 2 de la avenida Santa Cecilia. Es el clásico local castizo para tomarte una caña en mesa alta y respirar el ambiente del barrio. Podría ser un bar más de Triana, pero Casa Ruperto ha pasado a la historia de la gastronomía sevillana por sus pajaritos.
Sin embargo, estos pajaritos tienen algo de trampa y es que son codornices fritas, que viene a ser lo mismo que un pájaro, pero con más carne. Y todo hay que decirlo: las codornices están de muerte y tomarte una caña sin ellas es un delito.
La clave de estos pajaritos fritos es que los maceran durante dos días en un misterioso adobo, cuya receta es más secreta que la de Coca-Cola. Cuando la carne de la codorniz se ha «empapado» de sabor, se fríe en su punto justo.
Así que si quieres impresionar a cualquier visita que busque conocer la auténtica gastronomía sevillana, llévala a comer pajaritos. Te garantizamos que no lo olvidará nunca.