En el año 1808 se vieron obligados a abdicar la Corona de España en favor de Napoleón Bonaparte, quien cedió los derechos de esta a su hermano José, más conocido como Pepe Botella por su afición a empinar el codo. Comenzaba así la Guerra de la Independencia y un bienio (1808-1810) con Sevilla erigida como capital española.
Pero, ¿cómo fue este nombramiento?
El 16 de diciembre de 1808 el conde Floridablanca, presidente de la Junta Central, convocó a la Junta en la capital hispalense y desde ese momento Sevilla se erigió como capital española, siendo el Real Alcázar la sede de la Junta Central. Sin embargo, Floridablanca muere unos días más tarde, facilitando así el paso del absolutismo al liberalismo y convirtiendo a Sevilla en la capital de la España Libre.
El motivo por el que Sevilla adquirió esta notoriedad fue que la mayor parte de la península ibérica estaba invadida por las tropas napoleónicas y, además, fue uno de los enclaves en los que se luchó con mayor fiereza contra los franceses. La ciudad era un centro de operaciones y el escenario de alianzas entre el ministro Saavedra y los británicos.
A la ciudad llegaron embajadores desde Inglaterra, Suecia, Rusia o Constantinopla; y una de las figuras más importantes de la Guerra de la Independencia: el duque de Wellington, quien ganó numerosas batallas contra el ejército francés.
La capitalidad de Sevilla fue algo efímero, siendo el fin en enero de 1810, cuando llegaron las tropas francesas a España y esta se entregó al ejército francés. A partir de ese momento, las Cortes se trasladan a Cádiz, donde se proclamó la Constitución Española de 1812 la Pepa.
Aun así, hay quienes consideran que durante el breve periodo en el que Sevilla ostentó la capitalidad se germinó la España Contemporánea.