La plaza San Juan de Palma, más conocida hoy como Plaza de los botellines, es el punto donde convergen muchas calles con magia.
Por un lado, la calle Regina con su olor a cuero, y Sor Ángela de la Cruz, que bajan por la Encarnación. Por otro, se conectan Dueñas con el Palacio y calle Gerona. Y por supuesto, Viriato y Feria. Pasado y presente se dan la mano en una plaza con multitud de nombres.
A finales del siglo XV se establecieron aquí artesanos del hierro, por eso que se conociera como plaza de la herrería o herreros. Desde entonces y hasta ahora, esta plaza tiene vida propia.
Su verdadero nombre era Iglesia de San Juan Bautista, aunque el epíteto “de la Palma” procede de una antigua leyenda.
Le leyenda de la Plaza de San Juan de la Palma
En el siglo XVI en plena Contrarreforma, la persecución de herejes era el pan de cada día. Sevilla tenía muchos seguidores de Lutero. Uno de los sermones dictado por un fraile franciscano, advertía que los herejes serían encontrados.
Uno de los oyentes allí presentes era un hereje, le dijo a una palma que había en la plaza, blasfemias sobre la madre de Dios.
Al día siguiente, fue denunciado por un anciano a la Inquisición del Castillo de San Jorge. El hereje negó tales afirmaciones, así que las autoridades fueron a buscar al anciano. Sin embargo, el nieto del anciano confesó que su abuelo hacía años que había muerto, estaba enterrado bajo la Palma del cementerio de San Juan. Ante la revelación de tal milagro, el hereje confesó y fue condenado.
Los plaza de los botellines
Desde hace tiempos inmemoriales ha sido lugar de encuentro, especialmente de gente joven en busca de una humilde exquisitez.
Pero, ¿dónde están estos famosos botellines?
El señor Joaquín, sevillano hasta la médula, tiene un pequeño colmado donde vende los botellines más fríos de Sevilla a precio de carcajada nerviosa. Cincuenta céntimos te va a costar echar un buen rato al aire libre.
Además, si te pica el gusanillo puedes hacerte con unas pipas, unos altramuces o unos frutos secos.
Decidas como decidas llamarla, la plaza de los botellines sigue atrayendo hoy un cóctel variadísimo de personas con un común denominador: mantener vivo este quiosco-ultramarinos histórico.
Fuente de la portada: Wikipedia.