Por más que miraba vuelos a Japón, estos no bajaban de precio. Había barajado otras alternativas como alquilar un bote de remos y zarpar desde el Guadalquivir al Imperio del Sol Naciente, pero calculé cuánto tardaría y el viaje sería más largo que la serie Arrayán. Así que mientras ahorraba para ir al país que vio nacer a Godzilla y Pikachu, decidí ir a un restaurante japonés de Sevilla: Rollojapo.
Lo confieso. Soy adicto al nigiri, al sashimi, al uramaki y todo aquello que acabe en -aki. Mis amigos opinan que no es normal la adicción que tengo a la comida japonesa. Por suerte, en Sevilla hay restaurantes japoneses que quitan el hipo y Rollojapo es uno de ellos.
Fui a este local un viernes por la noche de esos en los que te apetece empezar el fin de semana a lo grande. Había leído varias críticas en Internet sobre Rollojapo y todas coincidían en que la comida era excelente y no tenía nada que envidiarle a otros de renombre. En mi caso, basta con deciros que fui con una amiga que le sale urticaria si ve el pescado crudo y acabó encantada.
Una de las mejores cosas que tiene Rollojapo es su personal. No dudes en preguntarles cualquier duda sobre algún plato, ya que son una enciclopedia andante de la comida japonesa y según vuestros gustos os aconsejan lo mejor.
El sushi está tremendo y tienes la opción de pedirlo tanto de manera individual como en menús combinados. Además, puedes ver cómo lo preparan exclusivamente para ti
Y tranquilos porque si desde que visteis Buscando a Nemo os negáis a comer pescado crudo, no pasa nada porque el plato estrella de Rollojapo son los Noodles (pasta japonesa tradicional). De hecho en ningún restaurante de Sevilla vais a encontrar una carta tan extensa de noodles. Puedes elegir el tipo de fideo, el ingrediente principal y la salsa que quieras. ¡Hay más de 100 combinaciones posibles!
Los camareros nos sugirieron los Gua Bao de pollo marinado y salsa kimchi, ¡y vaya sugerencia! Se trata de una especie de bocadillo al vapor muy típico de Asia. También nos recomendaron sus jugosas brochetas de pollo teriyaki y el tartar de atún rojo con alcaparras, pepinillo y un aliño especial de la casa. Éste último muy apto para los amantes de los sabores avinagrados.
En cuanto a los postres lo tuvimos realmente complicado porque todo era un mundo de sabores nuevos. Había tiramisú de té matcha y helado de sésamo, pero finalmente nos decantamos por el tamago dulce relleno de arroz glutinoso, canela y fruta. A freír espárragos la dieta.
La localización de Rollojapo es muy buena: el número 2 de la avenida del Concejal Alberto Jiménez Becerril. Puedes comer en el local, que es bastante agradable, pero nosotros preferimos estar en la terraza al lado del río en la que se está de lujo con el buen tiempo.
En Rollojapo no esperéis un restaurante de lujo al que puedes ir a cenar una vez al año. Se trata de un local muy asequible en el que puedes cenar de maravilla por menos de 20€, un coste muy bueno teniendo en cuenta que los japoneses no suelen ser baratos.
Por cierto, mi amiga, esa que me lleva diciendo años que no ponía un pie en un japonés, no para de decir que quiere volver a Rollojapo porque ha descubierto que adora la comida japonesa. ¡Manda narices!