En nuestra etapa universitaria era un clásico, pero aunque hayamos dejado atrás aquella época, todavía seguimos frecuentando las tabernas más conocidas de Sevilla: Los Coloniales.
No exageramos al afirmar que siempre hay cola en cualquiera de los locales, sobre todo en el que hay en la zona de la Catedral, pero honestamente no nos extraña. Todos los sevillanos conocemos Los Coloniales, por lo que su fama se la han ganado a pulso. Seguro que tú sabes perfectamente porque estas tabernas triunfan, pero por si acaso hay algo que se te escapa, nosotros te lo explicamos:
1. Precio perfecto para llegar a fin de mes
Comer aquí te puede costar prácticamente lo mismo que cualquier cadena de fast-food y desde luego, no hay color entre una opción y otra. Por menos de 10 euros, aquí nos podemos dar un buen banquete con postre incluido. Además hay algunas tapas bastante generosas por 2.5-3€.
2. El tamaño sí importa
Y quien diga que no miente. Porque no se recibe con la misma ilusión un plato en el que parezca un trozo de carne del tamaño de un dedo, que otro en el que la carne y la salsa rebose. Por ejemplo, en Los Coloniales con un par de tapas, e incluso con una, se puede comer perfectamente.
3. Comida a gusto de todos
Cuando salimos a comer con amigos siempre tenemos problemas porque cada uno es de su padre y de su madre. Están los que siempre quieren hamburguesa y pizza, los que no les gusta el 90% de la comida y los que siempre quieren probar cosas nuevas y se piden lo más raro que haya en la carta (por si había duda, estos somos nosotros). Es por eso que uno de los pocos lugares en los que todos podemos coincidir es Los Coloniales, ya que al igual que La vida es Bella o Forrest Gump, es imposible que no te guste.
Es comida muy tradicional, pero tampoco se queda solo en croquetas, salmorejo y bravas. Nosotros, siempre que vamos cae una punta de solomillo al roquefort y el churrasco, pero tienen una carta muy variada.
4. Rapidez nivel «Speedy Gonzáles»
No somos personas que perdamos la paciencia a la primera de cambio cuando hay que esperar a que traigan la comida, pero se agradece cuando pides y te encuentras el plato en tu mesa en menos de cinco minutos. Los camareros de Los Coloniales trabajan a la velocidad de la luz y son muy eficaces a la hora de sacar platos, así que si vas famélico es perfecto para satisfacer la gula al momento.
5. Manjar blanco, capricho de los dioses
En teoría, el manjar blanco es una crema dulce con canela y piel de limón que se toma como postre. Sin embargo, nada tiene que ver ese manjar blanco con el que sirven en Los Coloniales, ya que aquí es un pollo relleno de jamón y queso, con salsa de almendras y patatas fritas. Es de lo mejor de la carta y siempre que se lo hemos recomendado a alguien nunca le ha defraudado. Eso sí, con esta «tapita» es difícil llevarse algo más al estómago.