La nostalgia se ha apoderado de nosotros esta semana. Entre risas y alguna que otra lágrima, hemos recordado las fiestas que nos pegamos en la Alameda antes de ser mayores de edad, la primera vez que entramos a la Sala Boss o nuestra primera borrachera con los mojitos de La Rebotica. Dicen que «cualquier tiempo pasado fue mejor» y aunque no estemos de acuerdo, hay que reconocer que hay lugares entrañables que siempre estarán en nuestra memoria.
Uno de estas desapariciones más dolorosas ha sido el Bar de Pepe el Muerto, un lugar en el que hemos pasado algunos de los mejores momentos de nuestra vida. Esta oda va por ti, Pepe:
La taberna de Pepe el Muerto no necesitaba horario,
ni siquiera un cambio de mobiliario,
una limpieza tampoco le hacía falta,
pues le bastaba con su néctar de malta.
¡Ay, Pepe! ¿Qué pasó con tus paredes mugrientas?
¿Qué fue de tus barras grasientas?
¿Dónde quedó tu particular simpatía?
¿Se fue con una Cruzcampo bien fría?
Si al baño querías ir,
por debajo de la barra tenías que entrar y salir.
Pero si eras chica, más te valía ser precavida
porque Pepe por ti tenía una pasión desmedida.
¡Ay, Pepe! Todavía recuerdo tus cubatas a dos euros
que me servías en tu bar de la calle Boteros.
Y si a las dos horas de abrir te cansabas,
no lo dudabas y las persianas bajabas.
Que te llamasen Pepe el Muerto no era de tu agrado
pero a la historia así has pasado.
La Alfalfa no es lo mismo sin Pepe el Muerto
y lo saben hasta en Triana que eso es cierto.
Fuente de la imagen de portada: Sevilla Ciudad de ABC