El Museo Arqueológico de Sevilla, cerrado temporalmente, finalmente comenzará sus obras de rehabilitación a finales de 2022. Estas le fueron adjudicadas al reconocido estudio de arquitectura Vázquez Consuegra tras ganar la convocatoria del concurso nacional en 2009. No obstante, fue el pasado 21 de noviembre cuando el proyecto fue presentado ante Patricia del Pozo, consejera de Cultura y de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía, y Miquel Iceta, ministro de Cultura y Deporte. Este último aseguró que la remodelación tendrá lugar entre los años 2022 y 2025, con el objetivo de reabrir el museo de cara al 2026.
Un edificio con mucha historia
El museo dispone de una colección permanente que cuenta con piezas arquitectónicas, epigráficas, escultóricas y de cerámica. Algunas de las más destacadas son el Retrato de Sabina, la venus de Itálica y el Mosaico de Baco. La mayoría de las mencionadas piezas, alrededor de 700.000, se conservan actualmente en el Centro Logístico de Patrimonio Cultural de Andalucía, a donde fueron trasladadas cuando el museo cerró sus puertas a principios del 2020. Ahora puede encontrarse una pequeña muestra de la colección en el convento de Santa Inés.
La actual no ha sido su única sede, ya que su primera ubicación fue el Alcázar. Estuvo localizado también en el Convento de la Merced, después de lo cual se trasladó definitivamente en el 1946 al Pabellón de Bellas Artes de la Exposición Iberoamericana de 1929, su localización permanente desde entonces.
El edificio fue construido originalmente por Aníbal González entre 1911 y 1919, aunque fue intervenido posteriormente. No obstante, esta será la primera vez que se acomete un proyecto de rehabilitación de carácter integral, afectando a todo su espacio. Tal y como afirma el estudio, este consistirá en una serie de operaciones indispensables para que el museo se adapte a las necesidades actuales sin dejar de mantener su valor patrimonial.
Un regreso al origen del edificio
Con un presupuesto de 20 millones, reducido con respecto al propuesto inicialmente, el edificio volverá a sus orígenes al prescindir de los elementos que le fueron añadidos a posteriori. El principal objetivo será recuperar la luz natural, para lo que se instalará un nuevo punto de comunicación acristalado orientado hacia los jardines. Tras las obras, que incluyen la apertura de dos de sus logias, el edificio quedará integrado en mayor medida en el entorno en el que está ubicado, el parque de María Luisa.
El eje transversal del edificio será el que sufra el grueso de los cambios. Se pretende recuperar la sala oval como punto de acceso principal, en el que se ubicarán puntos de información y de venta de entradas, áreas destinadas al descanso, inicios de recorrido, etc. Además, se construirá también un núcleo vertical en el exterior que constituirá un espacio de conexión entre los tres niveles en los que se divide el edificio, abarcando ambas la exposición de carácter permanente y las itinerantes. Finalmente, el semisótano también sufrirá modificaciones. Este, previamente utilizado como forjado sanitario para aislar la humedad y proteger debidamente la planta baja, será acondicionado para albergar piezas prehistóricas.