El tesoro del Carambolo: excusa perfecta para visitar el Museo Arqueológico de Sevilla.
Alonso Hinojo del Pino, un albañil sevillano, encontró en cerro de camas un objeto metálico que cambiaría para siempre la arqueología en Sevilla. Nada menos que uno de los brazaletes de oro de 24 quilates: el Tesoro del Carambolo. Las piezas se encontraban ocultas dentro de una estructura oval. Junto a ellas, también se encontraron huesos de animales y cerámica.
Esto ocurriría el 30 de septiembre de 1958. 59 años después del hallazgo, los expertos siguen escudriñando las incógnitas que oculta el tesoro.
Un tesoro de valor incalculable
El conjunto de orfebrería en oro se realizó hacia el año 650 a.C. La colección está formada de 21 piezas de oro. Entre ellas destacan un collar con medallones con grabados intrincados, varios adornos para el pecho en forma de piel de buey y espléndidas pulseras.
Una vez descubierto el tesoro, se generó mucha especulación acerca de los Tartessos. Este pueblo se estableció en el sur de España entre los siglos IX y VI a.C. El hecho de que los tartesios «desaparecieran» hace unos 2.500 años, dio pie a teorías que los relacionaban con la Atlántida. Sin embargo, estudios recientes han desechado esta teoría.
Por otra parte, hubo quienes sostenían que las joyas eran de origen fenicio, una cultura de Oriente Próximo que se estableció en la actual Cádiz en el siglo VIII a.C.
Origen sevillano
Un patrimonio multicultural
Aunque el oro es de procedencia local, las joyas se fabricaron utilizando técnicas de los fenicios. De hecho, se ha identificado un templo fenicio en el área donde se halló el tesoro. El mismo tesoro probablemente sea producto de una cultura mixta entre los fenicios de Oriente Próximo y los tartesios locales.
Algunas de las piezas probablemente se elaboraron a nivel local basándose en el estilo y la técnica. Por su parte, el collar con los medallones grabados podría proceder de Chipre, basándose en su diseño.
Fuente de la portada: Wikimedia Commons