
El autor manifestó su amor por Sevilla en todos sus escritos.
Desde 1952 la editorial Planeta concede anualmente un premio literario, cuya dotación económica (601.000 euros para el ganador y 150.250 para el finalista) solo es superada por el Nobel de Literatura.
Sorprende que en 66 años de historia, solo una vez haya sigo otorgado este galardón a un sevillano y fue Manuel Ferrand en el año 1968 por Con la noche a cuestas.
La novela ganadora
El argumento de Con la noche a cuestas gira en torno a dos hombres que trabajan en la construcción del barrio de Los Remedios. Uno como guarda de una obra y otro como sereno. Ambos trabajan de noche y tienen caracteres contrapuestos: Tirso, el guarda, es poco hablador, borde y paranoico. En cambio, Castro, el sereno, es hablador, noble y bastante cotilla.
A pesar de la sencillez de su planteamiento, la historia fue premiada por contar de manera cercana ciertas situaciones y por la creación de personajes muy realistas. También se alabó que ampliara el imaginario de Sevilla más allá de su monumentalismo.

La vida de Manuel Ferrand
Nació en 1925 y fue una especie de Miguel Ángel de las Letras, ya que sobresalió en distintas facetas que desarrolló a lo largo de su vida: ensayista, periodista, novelista, dibujante, profesor en la cátedra de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y de la Facultad de Bellas Artes, redactor en ABC -donde fue redactor jefe- y hasta colaborador en diversas revistas.
Resulta curioso que siendo tan polifacético, su obra literaria comenzara de forma tardía, en 1967 con la novela El otro bando. Esta le hizo ganar el Platero del Ateneo de Sevilla y un año más tarde, se hizo con el ya citado Premio Planeta.
A posteriori publicó La sotana colgada, Quebranto y ventura del caballero Gaiferos -son consideradas sus obras más personales-, La forastera -una de sus novelas con mejores críticas-, Los farsantes, El negocio del siglo y Los iluminados.

En todas sus obras ha plasmado su amor por Sevilla y, a la vez, ha mostrado su cara menos amable desde una visión lírica. De hecho, esta voluntad por reflejar las problemáticas de Sevilla hicieron que formara parte de un importante movimiento de narradores andaluces conocido como «narraluces«, entre los que figuraban Alfonso Gross, Luis Berenguer, José Manuel Caballero Bonald o Julio de la Rosa, entre otros.
Falleció en 1985 a los 60 años de edad como consecuencia de una grave enfermedad, dejando un gran legado literario y entrañables anécdotas como una en la que consiguió acudir a la gala de los Premios Planeta gracias a un vecino que trabajaba en Iberia y le consiguió un avión que salía a las 7 de la mañana.
En definitiva, hay que leer a Ferrand porque más allá de ser el único sevillano con un Planeta, fue un articulista excepcional, un mejor ensayista y un nombre que se debe recordar siempre en la historia de la literatura andaluza.
Fuente de la imagen de portada: Diario de Sevilla