En los últimos años, el municipio de Carmona ha vivido un fenómeno sin precedentes y no es por uno de sus monumentos históricos. Los campos de girasoles de Carmona, lejos de ser un mero paisaje rural, atraen a miles de turistas. Sucede entre los meses de mayo y junio que las inmediaciones de la localidad sevillana se pintan de amarillo con sus campos repletos de girasoles. Hay quienes incluso llegan a alquilarse un taxi para pasearse por este mar de flores y tomarse un selfie.
Su popularidad ha alcanzado ya la prensa internacional y la revista National Geographic ha dedicado un artículo a los mejores destinos para ver florecer y Carmona se ha hecho un hueco entre los elegidos. En concreto, ocupa la segunda posición entre los destinos europeos, detrás de los tulipanes de los Países Bajos.
El mejor destino para ver florecer
La prestigiosa publicación describe con estas palabras el extraordinario paraje que carmonense:
«Carmona es uno de los muchos pueblos blancos, pintados con cal apagada, que coronan las colinas de Andalucía. Durante la primavera, los girasoles florecen en más de 74.000 hectáreas alrededor de la localidad. La mejor época para verlos es de mayo a junio, y no se necesita coche para llegar».
Si bien el covid ha impedido la afluencia del turismo asiático como en otras ocasiones, el turista japonés es un de los que tiene mayor predilección por esta escapada próxima a Sevilla. De hecho, más de 3.000 personas procedentes del país nipón acuden a verlos cada año. Al parecer, hace 15 años la televisión japonesa emitía una serie de animación muy popular sobre el rey Don Pedro. Con el tiempo, este interés fue acaparado por sus campos de girasoles. Para ellos es un símbolo de vida, luz y energía.
Con semejante precedente, el Ayuntamiento de Carmona, a través de la Oficina de Turismo, ha incentivado las visitas a este espacio ofreciendo facilidades al visitante, que cada vez es más local.
Se dice que los girasoles son un método de limpieza de radiaciones nucleares. Y es que por ese motivo que suelen disponerse cerca de centrales nucleares. De hecho, tras el accidente nuclear vivido en Fukushima se cultivaron girasoles en la zona porque está demostrado que absorben la radiación.