Esta pequeña iglesia contiene una gran cantidad de imágenes religiosas.
La primera vez que entras en la capilla de San José pasas por una serie de fases: la primera, piensas que las personas que la diseñaron sufrían horror vacui, es decir, el miedo al vacío; la segunda, te quedas con la boca abierta durante unos minutos, ya que en la vida te hubieras imaginado que tras una discreta fachada de una semi-escondida capilla de la calle Jovellanos se encontraba este espectáculo visual; por último, te preguntas por qué no conocías este lugar y empiezas a indagar sobre sus orígenes, los cuales te vamos a descubrir:
La construcción de la capilla de San José se llevó a cabo entre los años 1698 y 1766, aunque en este período se distinguen dos etapas. En la primera, que abarca desde 1698 hasta 1717, se alza la nave, la portada lateral, los dos retablos de columnas salomónicas y la pintura mural de la bóveda. En la segunda, que se desarrolla desde 1746 a 1766, se realiza todo lo demás.
Se levantó con el telón de fondo de un pleito entre el gremio de los arquitectos y de carpinteros, ya que estos últimos no tenían autorización para hacer planos de una edificación. Su construcción se la debemos a grandes maestros del siglo XVIII: Pedro Romero, responsable del núcleo principal de la nave, y Esteban Paredes, que se encarga de la Capilla Mayor y de la portada.
En 1931, la capilla fue incendiada y sepultada durante las revueltas de la proclamación de la II República. La reparación comenzó ese mismo año bajo la dirección del arquitecto José María Rodríguez Cano y se prolongó hasta 1950. Sin embargo, nunca se llegó a eliminar el hollín, lo cual provocó un deterioro paulatino.
Una vez que desaparece la Hermandad de los Carpinteros, se encarga de ella a partir de 1964 la Orden Franciscana de los Capuchinos, aunque en 2013 la capilla estaba en tal estado de deterioro por el incendio sufrido en el siglo XX, que se constituyó la Asociación pro Restauración de la Capilla de San José con el fin de recaudar dinero para su restauración.
Del monumento destaca su portada de los pies, en la que sobresale una hornacina diseñada por Lucas Valdés, que alberga la imagen del titular, San José.
Si hay una obra que destaca por sus importancia y por su grandiosidad es el retablo mayor, una obra en la que intervino el portugués Cayetano de Costa en su diseño y en la realización de relieves y esculturas, mientras que Julián Jiménez, discípulo de Da Costa se encargó de la ejecución de las tallas.
También es admirable el altar de San Joaquín, Santa Ana y la Virgen Niña, que se atribuye a Pedro Cornejo.
Sorprende que, aun siendo una pequeña iglesia, está excesivamente ornamentada, siendo uno de los ejemplos más fascinantes del barroco sevillano. Así que si todavía no conoces esta obra de arte, ¡no pierdas un segundo!
Fuente de la información: Turismo de Andalucía / Sevillapedia
Fuente de la imagen de portada: Europa Press