Es uno de los rincones ocultos del barrio de Santa Cruz que destaca por su encantadora simpleza.
La calle de las Cruces no es uno de los lugares más turísticos de la ciudad, pero sí es un lugar clave si buscas una zona donde se respire la esencia concentrada de la ciudad a través de una discreta «plaza» cuyo emblema son tres cruces de forja sobre columnas de mármol, lo que se conoce como un «calvario». Mucha gente piensa que es una plaza por la forma en la que se ensancha la calle, hasta un punto en en el que la gente la denomina erróneamente «plaza de las Cruces».
No son los únicos crucifijos presentes en la calle, ya que en la fachada de la vivienda que hace esquina con la calle Ximénez de Enciso hay incrustadas dos cruces de madera (antiguamente pintadas de verde) que se situaron allí en torno al siglo XV. Desde entonces, constituyen un símbolo de identidad del barrio de Santa Cruz y de hecho, el antiguo nombre de la calle era «calle de las Cruces Verdes», o también «calle de las Tres Cruces».
Curiosamente, en el año 1868 una prohibición consistorial dictó que no se mostrasen este tipo de símbolos en las fachadas por lo que las cruces se retiraron y se trasladaron al Hospital de los Venerables. Sin embargo, a mediados de los 50, los dueños las trajeron de vuelto a su localización original, donde todavía se pueden ver a día de hoy.
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