La Milagrosa iba a ser el gran proyecto que pusiera el broche final a la trayectoria del arquitecto, pero desgraciadamente, no vivió lo suficiente para concluir esta obra.
Mayo de 1928. Se pone la primera piedra de un nuevo templo bendecido por el Cadenal Ilundain e ideado por Aníbal González. La idea era construir una gran basílica al estilo de las catedrales españolas y francesas. A día de hoy sería uno de los monumentos más imponentes de Sevilla y recibiría a miles de turistas cada día. Sin embargo, la muerte del arquitecto paralizó eternamente este proyecto que ahora es un restaurante.
La Milagrosa se planteó como una basílica de corte gótico con dos torres de 78 metros de altura, una plaza de 120 metros de diámetro y unas naves de 45 metros de altura. En torno a este templo se dispondría una gran plaza donde se situaría el colegio (actual Portaceli), un internado, la residencia de los jesuitas y un salón de conferencias. Incluso se barajó la idea de erigir un obelisco en el centro de la plaza al igual que en San Pedro del Vaticano. Sin duda se trataba de un proyecto colosal del que hoy solo quedan los basamentos iniciales convertidos en un restaurante gracias al Grupo Parro, responsable de la conversión.
El restaurante La Basílica ha recuperado este espacio, el cual ya se daba por perdido para la ciudad, respetando los elementos arquitectónicos ya existentes como la planta de cruz latina o la girola exterior.
En cuanto al restaurante en sí, es una buena opción para los amantes de la gastronomía andaluza tradicional con un toque de originalidad. A pesar de ser un enclave tan especial, los precios son asequibles, por lo que te puedes dar fácilmente un capricho y vivir una experiencia culinaria en el que pudo ser uno de los grandes monumentos de Sevilla.
Además, no todos los días se puede decir «he comido en una basílica».
Fuente de la imagen de portada: Facebook del Restaurante La Basílica