Nos adentramos en la obra de arte que ha conquistado el corazón de los sevillanos.
Hay carteles de Semana Santa que consiguen conectar con la ciudadanía por su mensaje; otros que son estéticamente indiscutibles, pero les falta emoción; y los hay que pasan a la historia. Sin ninguna duda, el de Fernando Vaquero de este 2019 pertenece al último grupo.
Para Fernando, sevillano nacido en la avenida de la Palmera, este cartel es un sueño cumplido, y para los sevillanos, una obra que pueden llevar como fondo de pantalla de sus móviles y es que más allá de la perfecta composición, la simbología y su contenido personal, el cartel de la Semana Santa de 2019 es arte consciente de su tiempo.
Hemos tenido la oportunidad de conocer de primera mano todos los detalles de la obra, cuál fue la fuente de inspiración y si antes de hablar con el artista ya admirábamos el cuadro, ahora consideramos que debería estar expuesto en una sala del Museo de Bellas Artes junto a sus predecesores que él tanto admira.
¿Qué querías transmitir con el cartel?
Estamos acostumbrados a asociar la Semana Santa al sufrimiento de Cristo, pero a veces olvidamos que su madre sufrió incluso más tiempo que su hijo. Sufrió con la Anunciación y con la huida a Egipto y fue sufriendo durante 33 años hasta llegar al clímax de dolor cuando le entregan el cuerpo inerte de su hijo.
Yo quise centrarme en ese dolor, en el dolor de una María a la que le entregan el cuerpo de su hijo. He imaginado que ella elevaba su mirada al cielo y se lamentaba diciendo esa frase que viene en el libro de las lamentaciones de Jeremías: “Oh, vosotros, los que atravesáis el camino, mirad y ved si hay un dolor semejante al mío.” Ese momento es el núcleo central de lo que he querido expresar con el cartel.
Ha sido una sucesión de pequeñas inspiraciones.
Dijiste en la presentación que cuando te encargaron el cartel no tenías la idea, pero en cambio, sí sabías que querías hacerlo con “contenido evangélico, cofrade, sevillano y personal”. ¿Sueles introducir detalles personales en tus obras?
No, es la primera vez que lo hago y era personal porque este nombramiento de cartelista cumple un deseo que yo tenía desde niño, al igual que lo fue mi tío (el pintor Francisco Maireles). Al cumplir este sueño, he querido darle un toque personal que está en la túnica de la Amargura, a los pies de la Caridad de Santa Marta: la túnica de mi padre.
Hay ya quien lo tiene de fondo de pantalla.
En la prensa se publicó una valoración de tu obra con este fragmento: “Es más que una pintura, es todo un trato explicativo de la Pasión de Cristo, del dolor de María y de la escenografía más cinematográfica”. ¿Tiene realmente el cartel una influencia cinematográfica?
Mi primera intención cuando me eligieron cartelista era plasmar a mi hermandad, la Amargura, y en la búsqueda de esa idea me fui al estudio de Carlos Valera, director de la película Amargura, y estuvimos comentando la película y en una de las escenas sonaba de fondo la voz de Antonio García Barbeito recitando lo que se ha convertido en el lema de mi cartel: “Oh, vosotros, los que atravesáis el camino”. Eso a mí se me quedó en la cabeza.
De ahí pasé a otra película, La Pasión de Cristo, de Mel Gibson. En esta hay una escena cuando a la Virgen le ponen a Cristo sobre los brazos y ella eleva la mirada y nos mira directamente a nosotros. Entonces en ese momento yo recordé la frase de Barbeito y con un sencillo programa de ordenador mezclé la voz en off con esa imagen y me sorprendí con una simbiosis en la que descubrí que ahí estaba el contenido evangélico del cartel.
A esas dos películas les debo la inspiración. Fueron el germen de la obra, que ha sido una sucesión de pequeñas inspiraciones.
¿Cuál ha sido la mayor complicación a la que te has enfrentado en este encargo?
El componer lo que yo quería contar. La idea la tenía. Mi proceso pictórico se divide en tres partes: la búsqueda de la idea, cómo contarla y la pintura física. La segunda fase ha sido la más complicada porque no era fácil que todo fuera simétrico, estuviera claro y tuviera un discurso. He elegido la composición diagonal porque te permite recorrer el cuadro de arriba a abajo de una forma cómoda.
Una de los aspectos mejor valorados del cartel ha sido el formato expresamente adaptado a los dispositivos móviles. Es la primera vez que un cartel de Semana Santa se concibe pensando en ello.
Esto es así porque el cartel físico está perdiendo valor frente al cartel digital. Ahora se ven a través de pantallas y, de hecho, desde el primer segundo el cartel estaba en teléfonos móviles. Me lo han agradecido muchas personas y hay ya quien lo tiene de fondo de pantalla.
Al margen de este trabajo, que ha sido claramente influenciado por el cine, ¿sueles recibir influencia de otras artes?
Sí, la música es casi siempre mi fuente de inspiración por soy músico de profesión, profesor de piano. Y en más de una ocasión mis carteles tienen un trasfondo musical porque mi mente es de músico.
¿Podrías describir ese momento de “iluminación” en el que sabes que has alcanzado la idea?
Muchas veces me ha ocurrido que tenía una idea que me gustaba, pero no encontraba una forma estética de contarla y he tenido que desecharla. Muchas veces es más difícil contar una idea que tenerla.
Si tuvieras que citar a pintores de temática religiosa a los que admiras, ¿quiénes serían?
Murillo y Zurbarán, al que le pinté un homenaje en el que aparecía en el taller con sus cuadros que irían a la Cartuja de Sevilla. También Guido Reni, pero sobre todos los españoles.
Zurbarán no es el único de los homenajes que has realizado, ya que también lo hiciste con otras figuras de la historia como Sorolla o Vermeer. ¿De dónde viene esta pasión por homenajear a los grandes maestros de la pintura?
Es una mezcla entre una recreación del estudio del pintor y un homenaje, ya que sería imposible que esas obras estuviesen allí físicamente. Esto es la metapintura, el cuadro dentro del cuadro. Es un recurso muy estético y lo que más me gusta de mi pintura: la parte de recreación e historicista.
En estos cuadros vemos que dominas a la perfección el hiperrealismo, pero suponemos que conlleva una gran dificultad.
A mí lo que más trabajo me cuesta son las telas. Por ejemplo, en el cartel de la Semana Santa lo que más me ha costado es el sudario de Cristo porque el conseguir realismo en una tela es más difícil que en una mano, por ejemplo.
¿Hay una obra de la que te sientas especialmente orgulloso?
Más que orgulloso, me siento en deuda con la obra que me sirvió de trampolín y se me empezó a conocer: el cartel del Corpus de 2016 de Sevilla. A esa obra le debo el cartel de este año.
Nos gustaría saber tu opinión sobre la polémica que ha generado el cartel de la Semana Santa de Málaga.
A mí me gusta mucho. Está muy bien pintado. No entiendo la polémica porque compositivamente está bien, llama la atención y se habla de él. Tiene todo lo que se le pide a un cartel.
También me ha gustado mucho el de Huelva, de Jesús Zurita.
Imaginamos que tras la repercusión del cartel, tendrás en mente varios futuros proyectos.
Estoy pintando el cartel de la Semana Santa de Osuna, que se presenta el mes que viene; el Libro de Reglas de Santa Genoveva; dos carteles que aún no puedo anunciar; y tres encargos particulares que están totalmente parados porque he tenido que hacer frente a los carteles de la Semana Santa.
Por último, ¿podrías revelarnos un lugar de Sevilla que te inspire?
La iglesia de San Juan de la Palma.