¿No te ha pasado alguna vez que vas paseando por Plaza Nueva tranquilamente y te encuentras con un turista que te dice «¡Excuse me! ¿Lugar barato y bueno para comer?». A nosotros nos ha pasado cientos de veces y en el 90% de las ocasiones nos quedamos en blanco porque, a fin de cuentas, es como si te preguntan por tu película favorita. Hay tantas opciones que es imposible decidir algo. Sin embargo, la próxima vez que nos pregunten por un local así, ya sabemos lo que vamos a responder: El Puntal (C/ Zaragoza, 64).
Este restaurante abrió en 2015 de la mano de dos jóvenes, Javier González y Carlos Sarmiento, que eran amigos y cocineros. Ambos crearon una carta con productos de nuestra tierra muy tradicionales, pero lo combinaron con otros platos más gourmets y destinados a aquellos paladares que van en busca de nuevos sabores.
Esta variedad gastronómica la apreciamos en cuanto abrimos la carta y nos encontramos cosas tan típicas como las croquetas de cola de toro y el salmorejo con huevo y jamón, y otras menos habituales como el magret de pato con cuscús de arándanos o el sashimi de lubina con vinagreta de yuzu y huevas de trucha.
Como siempre te recomendamos, lo mejor es que todo lo que pidas sea para compartir y así puedas abarcar más. Además, las tapas están muy bien de tamaño, así que si pides unas 3 por cabeza te quedarás satisfecho.
Les pedimos a los camareros que nos recomendasen los mejor de la carta y lo primero que nos dijeron sin dudar fue el risotto de ortiguillas con langostinos. Nos contaron que en 2016 había ganado un premio de un concurso de recetas, por lo que era el plato que más pedía la gente. Algo que entendimos perfectamente cuando lo probamos.
Otro imprescindible del Puntal es la Tapa El Sardinero, que consiste en un lomo de sardina confitado en aceite de jengibre con escalivada y mayonesa de yuzu. Tampoco pudimos pasar por alto la pavía de bacalao con camarones crujientes y muselina de ajos asados. ¡Solo con la presentación de los platos ya nos tenían ganados!
En cuanto a nuestro lado carnívoro, pedimos el cochinillo asado con queso de cabra y verduras y unos ravioli de pato con cremoso de patata, frutos rojos y jamón. El cochinillo se deshacía en la boca y tenía un sabor tan intenso, que unido al queso, era un gozo. En cuanto a la pasta, la carne del pato estaba un poco seca, pero aun así también nos gustó.
Para rematar bien, de postre pedimos un clásico y algo más original: una tarta de queso y otra de San Marcos de chocolate blanco y moras. Estaban muy buenas, aunque de tamaño eran algo reducidas, por lo que a no vas a salir rodando del local (a no ser que antes te hayas comido media despensa).
En definitiva, El Puntal es una muy buena apuesta que reúne todo lo que un buen local de tapeo debe tener: buenos precios, ambiente agradable y, sobre todo, gran comida.
Fuente de la imagen de portada: El Puntal