Nos encanta que el arte de Sevilla cruce fronteras y ocupe salas en los museos más importantes del mundo, pero la cosa cambia cuando estas obras han sido robadas.
Ir a París y no visitar el Louvre sería como tapear en Casa Ricardo y no pedir croquetas. En él podemos admirar algunas de nuestras obras como La Libertad guiando al pueblo, La balsa de la Medusa o El rapto de las sabinas, pero también hay una buena muestra de barroco español y por ello tenemos cuadros de Herrera el Viejo, Zurbarán y Murillo. Este último llegó aquí en unas circunstancias poco lícitas.
Para entender la presencia de Murillo en el Louvre nos tenemos que remontar a la Guerra de la Independencia contra los franceses, en Sevilla de 1810 a 1812. Durante el conflicto, muchos de los edificios de la capital hispalense fueron ocupados por el ejército francés, lo que provocó el expolio de cientos de obras que fueron a parar a Francia.
Si quieres focalizar toda tu ira en un nombre, recuerda el nombre del mariscal Nicolas Jean de Dieu Soult, responsable directo del robo de algunas célebres obras de arte y general al mando del ejército de Napoleón en Andalucía. Cuando este personaje llegó a Sevilla se asombró al descubrir las joyas pictóricas de nuestra ciudad y lo peor es que contaba con el Diccionario Histórico de Ceán Bermúdez, lo cual le permitió saber qué importancia tenían las obras y dónde se encontraban.
El Real Alcázar llegó a albergar casi mil obras procedentes de varios puntos de Sevilla de artistas como Pacheco, Alonso Cano, Sebastián Gómez y por supuesto, Murillo. De este montón de lienzos, unos 300 se destinaron a Francia y los más importantes son los que fueron a parar al palacio de Soult. Tras su muerte, se repartieron por todo el mundo y algunos llegaron al Louvre, donde todavía se pueden contemplar a día de hoy.
Toma nota de estos cuadros de Murillo porque la próxima vez que viajes a París, debes visitarlos y pensar en toda la historia de saqueo que contienen sus lienzos:
El nacimiento de la Virgen
Este cuadro fue un encargo al Maestro para la Capilla de la Concepción de la Catedral de Sevilla.
La cocina de los ángeles
Es uno de los primeros encargos que llevó a cabo a Murillo y lo realizó para el Convento Casa Grande de San Francisco de la Plaza Nueva.
La Sagrada Familia y San Juanito
También se conoce como la Virgen de Sevilla.
El joven mendigo
Una de las obras más destacadas del pintor, aunque curiosamente este cuadro no es del expolio de Soult, sino que se adquirió en 1782 para las colecciones reales de Luis XVI. Es considerada la la primera obra de Murillo.
Fray Junípero abandonando su ropa a un mendigo
Se hallaba en el Convento de San Francisco cuando fue confiscada. Representa un acto de caridad de un franciscano entregando su hábito a un mendigo.
El triunfo de la Inmaculada
Era parte del testero de Santa María la Blanca y pertenecía a una colección que encargó Justino de Neve a Murillo para la iglesia.
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