La vergüenza es algo que se va perdiendo conforme pasan los años, pero hay cosas que haces a diario y no las reconocerías ni en tu 90º cumpleaños.
Desde el 24 de noviembre ya está disponible al completo en Movistar+ una de las series nacionales más esperadas del año, Vergüenza. Sus protagonistas son Malena Alterio (nuestra querida Belén de Aquí no hay quien viva) y Javier Gutiérrez (ganador del Goya por La isla mínima), quienes se meten en la piel de una pareja conformada por una desempleada y un fotógrafo que tienen algo en común: dan vergüenza ajena.
La serie es una comedia creada por Juan Cavestany y Álvaro Fernández-Armero con el fin de que los espectadores se den cuenta que ellos mismos también han sentido vergüenza alguna vez en su vida.
Porque admitámoslo, que tire la primera piedra quien esté libre de no haber hecho el ridículo en alguna ocasión:
Inventarnos indicaciones cuando nos preguntan los guiris
Personajes como Ana Botella y Sergio Ramos son la prueba fehaciente de que no somos bilingües precisamente. A veces incluso nos creemos que viendo las series en versión original nos convalidan el C1, pero en el momento de la verdad nos damos cuenta que ni el Magic English surtió efecto. Por ejemplo, cuando llega el típico turista perdido con su mapa y te pide que le digas dónde está Plaza Nueva y acabas mandándolo al Sánchez Pijuán.
De todos modos, no te preocupes, porque no hay nada que no arregle una relaxin beer in Alameda of Hercules.
Criticar los botellones cuando tú has llegado a casa haciendo eses
A medida que te despides de la adolescencia y tu etapa universitaria entras en una edad en la que te da por criticar absolutamente todo lo que tú estabas haciendo un año atrás. Tus abuelos te parecían rancios porque toda la vida te han dicho que la Alameda era una zona de “meretrices” y “homosexuales” (obviamente, no usaban esas palabras). Pero ahora tú te quejas de la gente que se pilla una cogorza en la Alfalfa o de esas personas que te encuentras en la calle haciendo eses.
Menos mal que tú tampoco has ido nunca a La Rebotica, no te han echado de la Alameda a las 3 de la mañana cuando seguías con una litrona y por supuesto, en la vida has llegado a expulsar al mismísimo Satán de tus entrañas en una vía pública. Jamás de los jamases.
Hacerlo en lugares públicos
Un estudio de una marca de condones llegó a la conclusión de que los sevillanos éramos de las personas más ardientes en temas de alcoba. No sabemos si será por la temperatura que nos obliga a convertirnos en antorchas humanas y de ahí que seamos tan fogosos, pero lo que tenemos claro es que nadie reconocerá que lo ha hecho en un lugar público como el Parque de María Luisa, el Charco de la Pava, los baños de la universidad o los probadores de cierto centro comercial de la Plaza del Duque (que conste que esto lo sabemos por una amiga).
Por mucho que la ilusión de tu vida sea que tu nombre aparezca en un calendario santoral, no te engañes y asume que un plato de chicharrones y un poquito de amor entre los arbustos de María Luisa son placeres compatibles.
Probablemente nos hayamos dejado en el tintero alguna de tus vergüenzas más privadas como reconocer que se te enamora el alma cuando escuchas a Isabel Pantoja o que la guarrada que más te excita es un montadito de pringá, pero eso lo dejaremos para futuras ocasiones.
De momento, nos seguiremos guardando nuestros trapos sucios y nos pondremos cómodos en el sofá para sentir la Vergüenza ajena que nos hará pasar Movistar+.