En el camino viejo del cementerio, en la Avenida Sánchez Pizjuán tuvo lugar una de las más famosas leyendas de Bécquer.
La actual avenida se extiende desde la Puerta de la Macarena hasta el Monasterio de San Jerónimo. En este emplazamiento, tuvo lugar desde el siglo XVIII la «Venta de los Gatos».
En las proximidades a la orilla del Guadalquivir, este lugar lo frecuentaban los vecinos por las tardes para merendar. Los niños jugaban por la padrera, cantaban y bailaban.
Se dice que el poeta romántico Gustavo Adolfo Bécquer estuvo en la Venta en el año 1845. El célebre escritor, fascinado por la belleza de una joven que cantaba junto al grupo, realizó un retrato de la moza.
Entonces, Bécquer se lo regaló al novio de ésta. El poeta pudo saber que el nombre de la joven era Amparo. Abandonada a su suerte cuando apenas era un bebé, fue acogida por el dueño de la Venta. Casualmente, aquel hombre bondadoso era el padre del novio. Al crecer, se enamoraron y se casaron.
Actualmente, este pequeño espacio ha quedado reducido a un mar de ladrillos olvidados, y una placa vacía.