Ya lo cantaban los del Río: «Sevilla tiene un color especial, Sevilla sigue teniendo, su duende. Me sigue oliendo a azahar, me gusta estar con su gente.» Y no se equivocaban. Si hay algo más grande que cualquier monumento es su gente, especialmente algunos que han llevado su ciudad por bandera y han hecho que la capital hispalense sea un lugar mejor aun.
No sabemos si en el futuro el Ayuntamiento de Sevilla les dedicará un monumento a estas personas, al igual que lo tienen monarcas o artistas, pero de lo que no nos cabe duda es que lo tendrían bien merecido:
María Galiana
Una de las mejores embajadoras que ha tenido Sevilla. Una gran actriz de cine y teatro, que antes de saltar al mundo de la interpretación se dedicaba a la enseñanza. Curiosamente, ganó el Goya a la Mejor actriz de reparto el año de su jubilación. De momento, tiene un instituto público con su nombre en Dos Hermanas, aunque un monumento en plena Plaza Nueva también sería un buen reconocimiento.
Luis de la Cruz
No suelen erigirse monumentos en honor a grandes personalidades del ámbito de la medicina. Algo totalmente injusto, ya que dedican toda su vida a mejor la de los demás. En el caso de Luis de la Cruz Merino, es el coordinador del servicio de Oncología Médica, y consiguió que financiaran con un millón de dólares uno de sus proyectos para investigar un tratamiento que pueda mejorar el pronóstico de pacientes con cáncer de mama. Todo un logro que debe ser reconocido.
Juan Pérez Floristán
Este joven pianista sevillano consiguió hacerse con el premio del Concurso Internacional Paloma O’shea 2015, algo increíble teniendo en cuenta que no tiene ningún título oficial y aprendió piano con su madre y maestros. Actualmente estudia Música en una escuela de Berlín, y aunque todavía nos depara grandes sorpresas su carrera musical, es ya merecedor de un monumento en Sevilla.
Howard
Más conocido cariñosamente como «el negrito de Plaza de Armas». Se dedica a vender pañuelos travestido con disfraces tan variopintos como Cleopatra y Caperucita Roja, aunque más allá de esta fachada, es un hombre que escapó de la guerra en Liberia, en la que perdió a su familia. Su padre deseaba ser juez y él está dispuesto a alcanzar el sueño de su progenitor. Este hombre se merece un monumento y una película.
María Pagés
Coreógrafa de flamenco y bailaora, la artista comenzó con Antonio Gades y más tarde, creó su propia compañía con la que ha actuado en algunos de los teatros más importantes del mundo. Por si fuera poco, fue Premio Nacional de Danza 2002 y Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes 2014.