No le pedimos más a la vida que una caña en El Tremendo.
Nos encantan los gastrobares, disfrutamos probando nuevos platos que nos sorprendan y nos chifla pedir lo más raruno de la carta, pero esto no quita que respetemos las tradiciones y los buenos bares con solera como El Tremendo (C/ San Felipe, 15), el bar en el que hemos invertido más tiempo (y dinero probablemente) que en la universidad y, por supuesto, nos ha enseñado más de la vida que toda la carrera.
Es curioso porque El Tremendo es uno de esos lugares en los que la carta te importa menos que la reproducción del ornitorrinco y aún así disfrutas como si fuera un manjar todo lo que te sirven. De hecho, desconocemos qué tienen de especial su mojama, su bacalao o sus chicharrones, pero es que nos vuelven locos. Por no hablar de los chochos (altramuces, en la jerga sevillana), que los engullimos como si fueran pipas.
Pero sin duda lo mejor de El Tremendo es su forma de tirar el tanque o el cortado (dos formas distintas de denominar su cerveza), la cual debería considerarse Patrimonio de la Humanidad. Tiene el punto de frescura ideal y la tiran con todo el arte.
Somos conscientes de que no es un bar perfecto, que el baño es más pequeño que la alacena en la que vivía Harry Potter y su comida no es de Estrella Michelin, pero se lo perdonamos todo por los grandes momentos que hemos pasado en él y porque la esencia de la Sevilla de verdad se encuentra en estos rincones alejados del #foodporn, el #yummy y #tasty.
Imagen de portada: elbache.net