En las últimas semanas se ha convertido, tristemente, en algo habitual. Una mujer (generalmente joven) denuncia en sus redes que ha notado un pinchazo estando de fiesta, y que, a continuación, ha empezado a notar mareos y malestar que pueden derivar en desmayos. En los casos peores, «lagunas» de memoria de horas durante las que no recuerdan nada de lo que pasó. Las denuncias se repiten en las discotecas, pero también en fiestas multitudinarias como los San Fermines, donde la policía investiga ocho denuncias por este tipo de pinchazo.
Aunque ya hace tiempo que existen cuentas específicamente dedicadas a la denuncia de este tipo de agresión machista, ha sido la publicación de una story en el Instagram de la usuaria @nes6ka la que encendió la luz y puso el foco sobre una forma de agresión sexual que no es nueva, pero que este verano está, tristemente, tomando relevancia: la sumisión química. Tabla de contenidos
¿Qué es la sumisión química?
y con una sensación de que tenía que decir y hacer todo lo que me dijesen. He sido víctima de una sumisión química. Han venido mossos y la ambulancia. He acabado en urgencias del hospital clínic y el equipo médico no han sabido decirme que sustancia me han inyectado.
— Miriam Alba (@miriamalbalopez) July 27, 2022
La sumisión química es una forma de delito que consiste en suministrar a las víctimas, sin su permiso, sustancias que anulan la voluntad, con la intención de abusar de ellas sexualmente o robarles sus pertenencias. Las drogas que se suelen usar, las más empleadas en los pinchazos recientes de las discotecas, son el Rohypnol, nombre comercial del flunitrazepan, y el éxtasis líquido, el GHB (gamma hidroxibutirico), aunque también pueden mezclarse de otras maneras, al igual que otras drogas como la ketamina, la burundanga, diversas benzodiazepinas o incluso el propio alcohol.
La sumisión química se puede transmitir por vía oral, diluyendo la droga en la bebida de la víctima, por ejemplo, o mediante inyección, a través de los pinchazos que últimamente están ganando notoriedad. En este caso, la forma de suministrar esta droga es mediante un pinchazo a escondidas que suele producirse en los brazos o en las piernas, y cuyas víctimas acostumbran a ser mujeres jóvenes. La droga empieza a hacer efecto 15 minutos después del pinchazo, que es cuando las víctimas empiezan a sentir los efectos.
¿Qué síntomas provoca?
Tras esto s 15 minuto, además del picor en la zona del pinchazo, los principales efectos son la pérdida de memoria, la somnolencia, los mareos, bajada de la presión arterial, taquicardia, visión doble, confusión y pérdida de consciencia. Estos síntomas pueden alargarse por horas, poniendo a la víctima en situación de vulnerabilidad por períodos que pueden alcanzar las 8 horas.
Las víctimas denuncian que, aparte de sufrir el pinchazo, han «despertado» de sus períodos de inconsciencia en diversas situaciones de abuso sexual o confusión (desnudas en sus camas, siendo abusadas por desconocidos, etc.) sin recordar las horas previas.
¿Qué hacer en caso de sospecha de sumisión química?
En el mismo momento de sentir un pinchazo o notar alguno de los síntomas mencionados se tiene que avisar a los amigos o personas cercanas para pedir ayuda y evitar quedarse sola. Acto seguido, además de informar a los responsables del bar o discoteca para pedir ayuda, hay que avisar a las autoridades sanitarias inmediatamente, para evaluar no solo la intoxicación, sino también la gravedad de la herida y la posible transmisión de enfermedades de un pinchazo con una aguja que puede haber sido usada con más de una persona.
Es importante acudir cuanto antes a las urgencias de un centro sanitario para que hagan un análisis de la intoxicación lo antes posible ya que el informe médico podría ayudar como prueba. Paralelamente, hay que avisar a la policía y denunciar el hecho.
Aunque no hay un plazo establecido, si se sospecha que se ha sufrido una sumisión, ya sea por pinchazo o po vía oral, es recomendable realizar las pruebas lo antes posible, a poder ser antes de 24 horas, ya que estas drogas son productos que se metabolizan muy rápidamente y desaparecen pronto de sangre y orina. No obstante, también hay que saber que se pueden encontrar restos de las sustancias en el pelo con un margen más alto de tiempo.
¿Qué hacer en caso de que haya una sospecha de agresión sexual?
Tened mucho cuidado y si notais cualquier pinchazo pedir ayuda rápido. Pido máxima difusión, adjunto informe médico de los hechos. pic.twitter.com/6FsQUwxFSv
— Miriam Alba (@miriamalbalopez) July 27, 2022
En caso de sospecha de violencia sexual, el protocoloindica que «no debes cambiarte de ropa, ni lavarte, y en caso de violación bucal, no comas, ni bebas hasta que te hayan hecho el reconocimiento médico en el hospital, ya que podrían eliminarse pruebas esenciales para la identificación del agresor». Esto facilita la detección de indicios físicos y de restos biológicos que hayan podido quedar por parte del agresor en el cuerpo de la víctima, desde pelos, restos de saliva, semen… ya que pueden perdurar un tiempo entre 24 a 72 horas.
La víctima debe acudir inmediatamente a un centro sanitario para que el médico haga un parte y poder denunciar la agresión.
¿Han aumentado los casos? ¿Se pincha para drogar o para asustar?
El movimiento en redes sociales hace perder la perspectiva sobre el alcance real de algunos temas. La sensación, según la conversación en redes, es que el fenómeno se extiende rápidamente, y que el peligro de recibir un pinchazo abunda. En este artículo de eldiario.es, la policía pide calma y asegura que se trata de casos aislados.
La alarma está disparada, pero en las denuncias presentadas no se han detectado ni restos de sustancias en los cuerpos de las víctimas, ni robos o agresiones sexuales. Lo primero podría deberse a que estas sustancias desaparecen a las pocas horas del organismo, pero las causas de lo segundo aún se investigan. Además, en el mismo artículo de eldiario.es los expertos afirman que el contacto breve de los pinchazos denunciados no es suficiente para inyectar una cantidad suficiente como para anular la voluntad de la víctima hasta el punto de robarle o agredirla sexualmente, sino únicamente para producir efectos parecidos a los una borrachera (mareo, debilidad…).
Por ello, tanto estas expertas como otras centradas en feminismo, se muestran cautas a la hora de analizar las motivaciones de estos pinchazos y piden que no se difunda el miedo. Lo hacen porque entidades como AADAS creen que los pinchazos podrían tener más que ver con difundir el «terror sexual», es decir, el miedo constante a las mujeres a circular con seguridad por el espacio público. En este sentido, las agujas no servirían tanto para drogar, si no para extender la sensación de inseguridad entre las mujeres, persiguiendo, según afirma la socióloga Rita Segato en el artículo mencionado, «la sumisión social de la mujer y el mantenimiento de una posición de poder del hombre».
Por todo esto, además de tomar las medidas de seguridad, los expertos recomiendan tener consciencia, saber qué hacer en situaciones en que se puedan producir estos ataques, pero también no ceder al miedo y no extender la voz de alarma sobre un tipo de agresión que, quizás, busca, justamente, la extensión de ese miedo entre las mujeres.