Cuando semanas atrás repasábamos los mejores planes de la Noche en Blanco, hubo una ruta que nos llamó especialmente la atención: Sexo y lujuria en Sevilla. Con ese nombre no sabíamos lo que nos íbamos a encontrar, pero ya intuíamos que no iba a tener mucho que ver con las rutas que ya habíamos hecho y efectivamente, descubrimos una Sevilla muy diferente a la que vas a encontrar en los libros de historia.
¿Tienes curiosidad por saber los líos de faldas que había durante la Inquisición? ¿O cuál era el barrio de Sevilla en el que se juntaba todo el “vicio” de la ciudad? Todo esto y mucho más podrás descubrirlo en la ruta, pero mientras tanto os ofrecemos varias historias de sexo en Sevilla, para que sepáis a lo que os vais a enfrentar:
Pecados tolerados
En Sevilla durante los siglos XVI y XVII la prostitución era un pecado que se toleraba, aunque este era controlado por las autoridades civiles y eclesiásticas y se concentraba en las mancebías de una zona, el barrio del Arenal, para no alterar el orden público. La Iglesia llegó a considerar que las prostitutas tenían una función social, ya que así no incurrían en pecados mayores como el incesto, el adulterio o la homosexualidad. Irónicamente, la Iglesia era la que se llevaba la mejor parte, debido a que obtenía beneficio de la prostitución porque era propietaria de muchas mancebías.
Pero no toda la prostitución era legal. También había algunas prostitutas que no pasaban los controles de la época (que a saber qué entendían por “controles” cinco siglos atrás…) Estas mujeres al margen de la ley eran llamadas cantoneras y por supuesto sus servicios eran low-cost en comparación con los que ofrecían en las mancebías.
¡A la hoguera!
Los términos que se usaban en el siglo XVI para hablar de la homosexualidad eran sodomía o pecado nefando y tenía como castigo la hoguera si eran mayores de edad o se enviaban a las galeras y se azotaban si eran menores. La sodomía llegó a ser un pecado más grave que el robo y fueron miles los condenados que acabaron en la hoguera.
Algunos, incluso acabaron en la hoguera por un malentendido, como el caso de los dos arrieros que llegaron a Sevilla transportando sus mercancías. Uno de ellos tomó un laxante que le dejó el trasero tan abrasado que se tuvo que queda en la posada. Cuando su compañero de trabajo lo vio, decidió en un acto de buena fe echar un vistazo a las partes íntimas del abrasado, con la mala suerte de ser vistos por una moza que los estaba espiando y le faltó tiempo para avisar a su ama. Momentos más tarde el alcalde de justicia se presentó en la posada y los mandó confesar. Hartos de tanta tortura acabaron “confesando” y por supuesto esta vez ambos fueron abrasados al completo por culpa del maldito laxante.
Si queréis saber más de este curioso y turbio período de la España negra mirad las rutas de Sevilla4Real, ya que si este tipo de historias os resultan interesantes, lo son mucho más si te la cuentan una de sus guías. Nosotros tuvimos la suerte de tener a Pilar, que además de ser un encanto de persona hizo que nos estuviéramos partiendo de risa las dos horas, que se nos hicieron tan cortas que nos dejaron con ganas de más. Si en el instituto hubiera tenido profesores de historia como ella estoy seguro de que no hubiera bajado del sobresaliente.
¡Enhorabuena Pilar y al resto del equipo de Sevilla4Real porque gracias a vosotras podemos conocer cada día mejor esta maravillosa ciudad!