En los últimos años hemos ido recibiendo pistas sobre la despiadada transformación del mundo. Facebook se sigue llenando de estas imágenes: glaciares que han desaparecido en pocos años, ciudades convertidas en urbes colosales, estaciones inusuales, o incendios arrasando el planeta. Todo ello a la orden del día.
Si nuestros hábitos han llevado al planeta azul a un estado de alerta, quizá deberíamos cambiar nuestras premisas, sistemas, costumbres. De raíz. El incendio en Gran Canarias y el fuego devastador en el Amazonas son solo hitos que demuestran que las reglas del juego deberían cambiar.
Y las cosas como son, Sevilla todavía no se ha sumado al carro ecologista. En cuanto a las zonas verdes, la capital andaluza no cumple con los criterios de la Organización Mundial de la Salud. Sevilla tiene 135.000 árboles, aunque según el ratio que estipula la OMS debería contar con 233.000 (un árbol por cada tres habitantes).
Según un documento de la Red Ciudadana al que ABC ha tenido acceso, se han talado 6.100 árboles en cuatro años. Esta misma plataforma ha contabilizado 27.000 alcornoques vacíos. De hecho, muchos negocios privados talan árboles cada día sin que esta actividad esté sancionada. Otra cifra alarmante son los 125.000 metros cuadrados de zonas verdes que se eliminaron en tan solo un año, convirtiendo Sevilla en otro ejemplo de despropósito natural, perdiendo su pulmón.