
Pasear por la calle San Luis ya era una delicia antes de que en ella se instalara uno de los museos más pequeños del mundo, pero ahora es una delicia y una necesidad. Y sino que se lo digan a las decenas de personas que se han congregado en torno a este espacio desde que Julio Muñoz Gijón (Rancio Sevillano o ranciogram, en redes sociales) compartiera un vídeo donde descubre esta mini joya artística.
En concreto, el museo se esconde dentro de las paredes de esta pintoresca calle, en un cajetín que ahora queda colmado de cuadros y piezas de arte tamaño miniatura a modo de galería de arte.
Tenemos una ciudad infinita si estás pendiente a los pequeños detalles. Ole https://t.co/n4YqvNyIBt , autor de esta maravilla pic.twitter.com/FZEE71uQMi
— Rancio (@rancio) February 15, 2022
¿Quién es el creador de esta galería de arte en miniatura?
El precursor de esta iniciativa callejera es el artista Patricio Hidalgo Morón (Patricio Pinceles en redes), vecino de San Marcos y natural de la Puebla de Cazalla. Al reparar en esta hendidura en el número 34 de la misma calle, en un edificio presumiblemente en desuso, Patricio decidió dotar de vida a aquel rincón de San Luis. De esta guisa, incluyó una ventana de metacrilato sellado y en su interior lucen cuadros donde el flamenco sirve de hilo conductor y un par de objetos infantiles.
Entre los detalles que le confieren realismo a la pieza se encuentra también la iluminación que, mediante una placa solar, permite observar este museo diminuto también de noche.
Esta obra de arte callejera condensa la esencia del artista: la calle como soporte y espacio libre para la creación, el flamenco (una de sus principales pasiones) y el carácter efímero en algunas de sus creaciones. Aunque, como en este caso, todo depende del cuidado y el cariño con que la gente converse con la obra, la cuide y la conserve.
Arte a pie de calle
No es esta la única pieza que Patricio ha regalado a Sevilla. El artista ha intervenido en otros lugares bajo la idea de llevar el arte a pie de calle y a fin de darle vida a rincones olvidados de la ciudad. Una suerte de regalo para el caminante, para la ciudad y para el que acostumbra a fijarse en los detalles. Eso sí, para descubrirlas hay que entrar al juego de Patricio y echar a andar.