La torre Don Fadrique fue testigo de estas pasiones.
Fernando III, también conocido como El Santo, enviudó al morir su esposa Beatriz de Suabia y siguiendo el valioso Carpe Diem, decidió a pesar de su vejez casarse con la joven Juana de Danmartín, quien se quedó viuda muy temprano. Cuatro años después de la muerte del rey, la reina estaba paseando por el Alcázar de Sevilla cuando llegó el atractivo Infante Don Fadrique. Comenzaron a entablar relación a través de varias escapadas al Guadalquivir para cazar y finalmente entre ambos se encendió la llama del amor, pero había un pequeño problemita: Don Fadrique era el hijo de Fernando III e hijastro de Juana.
Don Fadrique mandó construir una torre con el falso pretexto de defender la ciudad de posibles invasiones. Nadie le creyó, ya que era bien sabido que había sido construida con el fin de ser un cobijo para que los amantes tuvieran sus encuentros apasionados. El pueblo y la nobleza no vio esta relación con buenos ojos, lo que provocaría que Doña Juana se marcharse a Francia y que el Rey Alfonso X el Sabio, hijo de Fernando III y hermano de Don Fadrique, tuviera que ajusticiarlo por haberse acostado con su madrastra. El pobre desgraciado Don Fadrique fue ejecutado en Burgos, pero todavía podemos ver siglos más tarde en los jardines del Convento de Santa Clara la torre que fue testigo de ese amor prohibido.
Realmente esta leyenda dista mucho de la historia real. Entre otros motivos porque Alfonso X no decidió condenar a su hermano por haber tenido relaciones con su madrastra, sino que fue por traición, ya que Don Fadrique quería destronar a Alfonso X en favor de su hijo Sancho para controlar así el poder. Nosotros preferimos quedarnos con la leyenda frente a la historia.